viernes, 31 de octubre de 2008

Repaso semanal a los blogs y webs más interesantes

Desde el Mediterráneo es el blog de la poeta española Lola Torres Bañuls, que nos llega desde Valencia. Podemos leer en él sus poemas sobrios y contenidos, interesantes. Nos habla también de un par de buenas iniciativas editoriales en las que participa para que niños y niñas aprendan a escribir cuento y poesía. Y en su barra lateral, otros blogs interesantes a los que acceder.

Ö es otro blog de poeta, esta vez del poeta tunecino Youssef Rzouga, editado felizmente en castellano. En la página encontraremos solamente sus poemas y su biobibliografía, donde nos recuerda que su pueblo es muy pequeño, y se llama Zorda, no aparece en los mapas, pero no se diferencia mucho de Nueva York.

Poema del día: "Una cruz sencilla", de León Felipe (España, 1884-1968)

Hazme una cruz sencilla
carpintero...
Sin añadidos
ni ornamentos...

Que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra;
el astil disparándose a los cielos.

Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos.

Sencilla, sencilla,
hazme una cruz sencilla,
carpintero.

León Felipe en ¡Oh, este roto y viejo violín! (Visor Libros, Madrid, 1993), incluido en Al celebrar tu memoria. Poesía para domingos y fiestas (Editorial Sal Terrae, Santander, 2005, comp. Casiano Floristán).

Otros poemas de León Felipe
Romero sóloUna cruz sencilla

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jueves, 30 de octubre de 2008

‘Aprender jugando’, un artículo de Francisco Cenamor sobre el libro ‘Quiero ser poeta’


No hay más que echar un ojo a Internet para ver la fuerte revalorización que está teniendo la poesía: miles de páginas, solamente en castellano, se pueblan de poemas más o menos interesantes. Por desgracia, muchas de esas propuestas tienen un claro desconocimiento del proceso que ha llevado la poesía durante el siglo XX.
   Hay quien se atreve incluso a proponer la poesía desde el punto de vista de la enseñanza, y enseñarla desde el principio. Es el caso del libro Quiero ser poeta (Letra roja Publisher, Orlando, Florida, 2007), de Rafael García Jolly, José A. Carbonell, Antonia Moreno y María Dolores Torres Bañuls. Pensado originalmente para difundir el aprendizaje de la poesía en español para los Estados Unidos, el libro puede adquirirse en la web de la editorial desde cualquier país de habla hispana.
   Es un libro muy didáctico que enseña a niños y niñas las distintas maneras de escribir poesía, partiendo de las formas tradicionales, hoy casi en desuso, hasta llegar a las maneras más actuales del verso libre. Para ello, nos llevará de la mano la simpática oruga Trofa que nos mostrará divertidos ejercicios de escritura y dibujo que nos mostrarán desde los aspectos más técnicos a los más creativos.
   Está bastante aceptado el que la poesía relacionada con la infancia sea muy rimada. El libro tiene mucha de esta poesía infantil rimada creada por sus autores, pero ha tratado de mostrar también desde un tono infantil una poesía más actual, gracias a los versos de la poeta española María Dolores Torres Bañuls.
   Los textos están bastante bien adaptados al aprendizaje infantil: son claros y directos. Y para amenizar la lectura se proponen numerosos y divertidos ejercicios, y se muestran muchas tablas y gráficos bastante explicativos. Algunos de los nombres y conceptos no son fáciles de explicar a los niños y niñas, pero la abundancia de ejemplos y símiles ayuda bastante a la comprensión de lo más difícil. Para seguir la pista a cada término han colocado un glosario al final. En cualquier caso, nos dan un consejo: no te preocupes si no te aprendes todos los nombres y formas de la poesía, sigue jugando a escribir.
   Y aunque está dirigido a un público infantil, el libro puede servir de repaso, sobre todo para conocer de manera sencilla todos los entresijos de la rima y la métrica, que aunque yo siempre defiendo que es mejor no usar a estas alturas de la historia, sí es conveniente conocer.
   La edad para comenzar a trabajar con este libro es los nueve años. Sin duda estamos ante un buen regalo para los niños y niñas con los que tenemos trato familiar. Es más, hasta podemos convertirnos en sus profesores de manera divertida.

Poema del día: "Dibujo un elefante rosa...", de Óscar Aguado (España, 1977)

Dibujo un elefante rosa
en un callejón de Madrid
tapo mis venas
con el corcho que le sobra a un borracho
me despierto entre cartones
y escucho aplausos y risas de niños

dibujo un elefante rosa
un beso de una vieja pintarrajeada
el abrazo de un guiri borracho
por el centro de Madrid

y tú una luciérnaga
mientras comes un trozo de pan
y yo observo la audacia de tus pezones
por querer salir del anonimato

las estrellas ya llegan
y tú rezas un padrenuestro
y cantas una soleá
yo te escucho y doy palmas

y dibujo un elefante rosa
en el cristal de un autobús
que avanza sin nosotros
nosotros y la noche
y tus plastidecor tiradas en el andén
del metro de Gran Vía
pisadas por los polis
y los alcaldes

que no saben dibujar elefantes rosas
dibujan una trompa
y parece la escultura de una vieja

y yo quiero un elefante rosa
y tú querías un elefante rosa
ahora lo busco tras mis lágrimas
en Madrid
en el centro de un Madrid
en la Gran Vía
mirando a los lados
por si acaso se nos escapan
las marmotas y los espejos y las lagunas
por si acaso nos morimos
y tú ya no quieres saber de mí
porque la vida se equivoca allá en la calle Oxford
y tus pies tan bonitos con sus dedos
que parece que van a salir a contar un chiste

y lo busco
en el perfume que utilizas para soñar
y dentro de tu coño
porque sé que te duele que husmeé en tu coño
y grito su nombre
y tú comienzas a arrugar los labios
y haces de la comedia el drama
del desierto tu mar
porque eres avariciosa y tu mar es tu mar
y el desierto no es nada tuyo
y zas!

ya no hay elefantes rosas
ni fuera ni dentro
dejo de buscar
mientras el silencio me mira fijamente
como si hubiera hecho algo malo

y yo sólo pienso en dónde
en dónde podría buscar el elefante rosa
que pinté en una calle
de Madrid
en tu cuerpo cuando desayunabas tus crispis
y el mundo no se daba cuenta de que desayunabas
tus crispis
y Madrid se reía de elefantes rosas
porque tú me mirabas a los ojos
y mi trompa te echaba agua
y te hacía gracia todo eso
en tu piel
en la pared de una calle de Madrid
algún niño se lo habrá llevado a sus sueños
y en su almohada sus sueños
lo habrán hecho desaparecer...

a un elefante rosa
que pinté en una calle del tiempo
en la pared de tu cuerpo
en tu Madrid.

Óscar Aguado en Yo fui el negro que escribió la Biblia (Universidad Popular, San Sebastián de los Reyes, 2005).

Otros poemas de Óscar Aguado
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miércoles, 29 de octubre de 2008

'Historia de la destrucción', artículo de Francisco Cenamor sobre ‘Suspiro’, de Ananda Devi


-->No voy a negarlo, Suspiro (El Cobre Ediciones, Barcelona, 2004, trad. de Isabel Olid, 207 págs.) de la escritora mauriciana Ananda Devi, es una novela dura de leer. Y lo es porque es la historia de una destrucción, de la desaparición física de personas concretas que se ven desplazadas de su propia realidad, de su propia tierra por culpa del papel que a su pedazo de universo le ha asignado el proceso de globalización económica y cultural.


Los personajes de Suspiro van tomando conciencia de que, poco a poco, su isla, su hábitat natural, ya no es el lugar con su historia y la de sus antepasados. Son, simplemente, un destino turístico; un lugar donde turistas occidentales recrean la vista (y el sexo) para alejarse de su frenética forma de vida.

Isla Rodrigues, dependiente de Mauricio, se ha convertido en un paraíso para turistas occidentales con cierto nivel adquisitivo. La isla no tiene demasiados habitantes: unos se han marchado, otros trabajan para los operadores turísticos, otros trabajan también para el turismo pero no siempre dentro de las leyes: tráfico de drogas, prostitución… La rebeldía frente a la arrolladora dysneilandización de la isla no parece ser una respuesta. Eso lo saben los protagonistas de la novela, que se resignan a desaparecer y se esconden en el lugar más inhóspito de la isla: un lugar llamado Suspiro.

La vida para los habitantes naturales de la isla es agobiante: tifón tras tifón, todo queda devastado y cada cierto tiempo hay que empezar de nuevo. El Estado no existe para echar una mano. Esta angustia vital se traslada a la narración y podemos llegar a desesperarnos por la falta de rebeldía de los protagonistas, por su falta de iniciativa, su fatalismo.

Pero creo que, a pesar de esa aspereza narrativa, merece la pena conocer, de primera mano, cómo viven y sienten esas personas que tienen que vivir la parte más negativa de la realidad. Patrice El Ilustrado nos irá contando las historias de aquellos habitantes de la isla que se han visto desplazados y deciden seguirle en su camino hacia la nada. Sin ilusiones, sin esperanzas, sin nada que hacer, irán cayendo en las trampas del alcohol y la locura hasta cometer un crimen brutal contra la persona más desvalida del grupo. En su locura, ellos en realidad creerán que la están liberando del dolor.

Demoledora la historia de Pitié, la niña que, sin saber por qué, se ve atada sentimentalmente al hombre blanco que cada año la viola y la golpea desde que tiene once años. O la de Royal Palm, niño abandonado que recibe su nombre de la toalla del hotel en la que se le encuentra envuelto, arrojado en un contenedor de basura, suma de metáforas del desastre.

Anandi Devi, nacida en Mauricio, pero de ascendencia india, nos sumerge en un universo narrativo cargado de elementos poéticos con una fuerte carga mística. Aunque al final del libro tendremos en nuestra cabeza una historia completa, ha rehusado contarla de manera lineal para hacerlo a través de las pequeñas historias cotidianas de cada personaje, a través de recuerdos. Los vivos y los muertos aparecen y desaparecen en el mismo plano de la vida, hablan unos con otros. Se podría hablar, ¿por qué no?, de un realismo mágico africano.

En general, la acción en la novela o el cine occidental suele ser muy ágil, acorde con nuestro ya asimilado frenesí vital. Suspiro es una historia mucho más adaptada al ritmo de sus protagonistas, es relajada, el tiempo parece no pasar, los personajes no tienen prisa por llegar a ninguna parte, sus actividades tienen que ver aún con los ritmos de la naturaleza.

Francisco Cenamor

Poema del día: "El reflejo del vacío", de Beatriz Russo (España, 1971)

La belleza es el comienzo de lo terrible
Rilke

Si la belleza no fuera el comienzo de lo terrible,
si no llevara tras de mí un lastre anquilosado,
si al menos fuera compañera en lo caduco, en lo invisible,
en lo magnánimo que hay en el hombre,
no verían mis ojos un interior que levita sobre el vacío,
un ozono contaminado de lágrimas,
una ira imperturbable que subyuga mi calma.

Ya no me lleno de culpa o de arrogancia
pero mi lecho sigue quieto,
y esa quietud tiembla
como si de pronto descubriera
que hay alguien bajo mi cama.
Y me quedo inmóvil, como las sábanas,
y me doy cuenta de que estoy sola,
completamente sola o vacía de ti.

Ya nada me protege. Mi rostro se ha hecho ámbar
con mis ojos muertos, con mi boca quieta,
con mi frente caída.
Ya nada me protege, y sin embargo, no sé caer
si no veo el fondo, alguien a quien llaman sabio
lo ha borrado para que bajo mis pies no se queme
el infierno y haya sólo un abismo.
Alguien, a quien llaman Dios,
olvidó quitar la red en los ensayos
y ahora tengo un miedo impoluto
a dar el último salto.

Siento un vértigo de tiempo porque el tiempo
tiene un fondo imprevisible al que me arrojo
con la muerte de la mano.
Siento un miedo de tiempo porque el tiempo
me asusta con su vieja escoba de paja
y sé que ya no sirve para barrer mis huellas.
Siento un vacío de tiempo porque el tiempo
muere empeñado en llenarme de vejez y memoria,
vaciándome de años.

Si tu cielo no me aplasta con su traumático azul,
lo hará la tierra cubriéndome de suelo. Se agota
el aire, no me queda aliento. Tan sólo respiro
por no dejar mi cuerpo deshabitado, desalojado
o simplemente yermo. Tan sólo respiro
un aire de paso, contaminado de angustia,
y de terror sin logros; el aire sucio de siempre,
el aire que expiran los humanos.

Beatriz Russo en En la salud y en la enfermedad, incluido en La voz y la escritura 2006. 80 nuevas propuestas poéticas (Ediciones Sial, Madrid, 2006).

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martes, 28 de octubre de 2008

'50 años de Nadaísmo', artículo del poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio, director de la revista 'Arquitrave'

En Medellín durante las décadas de 1950 y 1960 se conformó un extraño mundo que integró la protesta con la resignación, las más bellas formas artísticas y literarias con la vida ruda y repugnante de los bajos fondos, la espiritualidad con el crudo materialismo, lo esotérico con el mundanal diario… Era un extraño mundo en el que convivían los cultores del poeta Porfirio Barba Jacob y los seguidores del profeta Gonzalo Arango con la cultura lumpesca y de barriada que encontró su expresión en el personaje popular que hacía ostentación del consumo de marihuana, el camaján, que vestía vistosamente: pantalones verdes o morados, bota ceñida y bastante alta (sostenida con cargaderas), camisa con mangas remangadas, cuello levantado y chaqueta bastante larga. Caminaba lentamente, con movimiento rítmico de brazos. Era lo que llamaban un man legal, pero que constituía el terror de los barrios residenciales, pues las señoras le atribuían los peores crímenes y depravaciones, contribuyendo a ello la jerga esotérica de transposición de sílabas: misaca (camisa), lonpanta (pantalón), pinrieles (zapatos), o los nombres de la marihuana: yerba, mona, maracachafa, grifa, bareta, marimba. Era la época en que la nota musical de esa subcultura se oía en la Sonora Matancera y Daniel Santos, 'El inquieto anacobero'. Para entonces, a comienzos de los años 60, ya se habían hecho realidad las palabras de otro nadaísta: La marihuana es el opio del pueblo, por su bajo precio naturalmente.”
Mario Arango, 'Algo va del camaján al traquetero', en Impacto del narcotráfico en Antioquia (Medellín, 1988, pgs. 23-24).

Cuando Gonzalo Arango (en la foto) garrapateó a cuatro manos junto a Amílcar Osorio, el manifiesto que Jotamario Arbeláez, el espurio Premio 'Valera Mora' de poesía (Concedido por el Ministerio de Cultura venezolano) de este año cobra desde entonces, Colombia era ya un país en ruinas. “La violencia arreció en los campos", dice García Márquez en sus memorias, "y la gente huyó a las ciudades, pero la censura obligaba a la prensa a escribir de través. […] El grupo más importante de dirigentes liberales, desesperados por la violencia oficial, se había puesto de acuerdo con militares demócratas del más alto rango para poner término a la matanza desatada en todo el país por el régimen conservador, dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. La mayoría de ellos había participado en las gestiones del 9 de abril para lograr la paz mediante el acuerdo que hicieron con el presidente Ospina Pérez, y apenas veinte meses después se daban cuenta demasiado tarde de que habían sido víctimas de un engaño colosal”. Ese engaño colosal costó a los colombianos 300 mil muertos mal contados. La más implacable sevicia contra los cuerpos de los opositores se aplicó entonces, creando los antecedentes de las masacres con sierras eléctricas que se emplearían sin cesar durante los años finales del siglo por parte de los llamados paramilitares. Como ha recordado Carlos Uribe Celis en algunos de sus libros, es mejor no olvidar esos hechos concretos, que se repiten y redundan en los testimonios de la historia, y que hicieron, en su momento, parte de los que recogieron en la revista Mito. A Agapito Gaitán, en Vega del Pauto, por ejemplo, lo crucificaron con clavos en una tabla y lo dejaron al sol hasta que alguien tuvo piedad de él y le atravesó los ojos con unos puntillones hasta que murió; a Ramón Cachai, en Nunchía, le cortaron las plantas de los pies y lo obligaron a caminar sobre sal; a otro campesino, lo colgaron de una viga y lo fueron mutilando dedo a dedo, mano a mano, brazo a brazo y así hasta que solo quedó su cuello que luego ahorcaron; a una mujer preñada le abrieron el vientre, le sacaron el feto y en su lugar le metieron un gallo vivo, o aquellos campesinos que obligaron a comerse sus propias narices y orejas, etc.. 
El Frente Nacional iniciaba así el desmonte de la cultura desde sus mismos cimientos, para crear un nuevo estado donde los colombianos guardaran silencio, pasaran hambres inmemoriales, ningún pobre inteligente pudiese terminar el bachillerato y las mujeres fuesen sometidas al control de la natalidad. A todo ello contribuyó la batahola, garrulería, narcisismo, chabacanería y oportunismo de la secta de Gonzalo Arango, gerenciada por José Mario Arbeláez (en la foto), el creativo de una empresa que no habría tenido el eco si la Gran Prensa no se hubiese ocupado con fervor de los desplantes, bufonadas, patanerías, quemas de libros y efigies de escritores, blasfemias y sacrilegios que perpetraron en Medellín, Cali, Barranquilla y Manizales. Sin la complacencia de Roberto García Peña y Guillermo Cano Isaza, el Nadaísmo no hubiese existido porque el estado de cosas que pretendían derruir los nadaístas no era otra, literariamente hablando, que una de las mas coherentes tradiciones de la lengua, representada desde los días del modernismo por Silva, Sanín Cano, Valencia, Carrasquilla, León de Greiff, Arturo, Rivera, Osorio Lizarazo, los Zalamea Borda (Eduardo y Luis) y en esos mismos años por una pléyade de sacrificados del Frente Nacional y del propio Nadaísmo, que ahora llamamos Generación de Mito, con Gaitán Durán, García Márquez, Salmona, Ramírez Villamizar, Andrés Holguín o Luis Antonio Escobar a la cabeza. Expresión de las ideas, gustos, fobias y anhelos de esa nómina, de una y muchas maneras, fue la revista que Gaitán Durán fundó a su regreso de Europa. Una revista que como Laye, en España, más que cuestionar directamente los hechos políticos, sociales y culturales de su tiempo, mostró a los colombianos que había otros mundos y otras maneras de entender la realidad, mas allá de la barbarie e ignorancia que les rodeaba por todas partes, desde el poder y desde el fondo de la miseria de miles de compatriotas. En Mito publicaron Borges, Paz, Carpentier, Cortázar, Cernuda, Caballero Bonald, Genet, Sartre, Camus y se trataron todos los temas que interesaban a la juventud revelando los hilos que manipulaban la provincial cultura colombiana, mostrando sus deformaciones y vínculos con los sectores mas retardatarios de la Iglesia y la clerecía y los partidos políticos. “En un país que la ignoraba", ha escrito Cobo Borda, "Mito fue la vanguardia, no por ser un ismo sino por intentar estar al día. Su último número, dedicado al Nadaísmo, muestra hasta qué punto la apertura que iniciaron era consecuente: el Nadaísmo fue, por cierto, la negación de todo lo que Mito había hecho o, mejor aún, su prolongación y contradicción a partir de su vertiente más deletérea: el escándalo y la provocación”. Porque las fingidas rupturas prosódicas e ideológicas de la pandilla nadaísta no resultó cosa diferente a una ética perversa: si no podían vencer al establecimiento había que sacarle el mejor partido posible, y así apareció en Colombia esa medusa conocida como narcotráfico, los gestores del dinero fácil y la perfidia moral. Ciertamente en algo coincidían y por algo se parecieron el camaján Jotica, hijo de un alfayate, y el traquetero Don Pablo, jalador de carros y luego el hombre más rico del mundo.

En Almagro, de Buenos Aires, Septiembre 8 de 2008. Harold Alvarado Tenorio, director de la revista colombiana de poesía Arquitrave.

Poema del día: "Me visto de azul para morir", de Carlos Almonte (Chile, 1969)

                                                  Todos los caminos son azules.
                                                                  Juan Luis Martínez

Son labores dóciles las que deslizan
y provocan tu confusa idea.
Una amarga tela descorre otra presencia
y tu esquiva superficie se inclina con el paso de los años.
Me visto de azul para morir;
pero, ¿a quién habría de importarle?
Pasan los segundos, treinta, más de cien.
La embriaguez es total
cuando mi cabello salta encima de tu rostro,
o del mío.

Carlos Almonte en Flamenco es un sueño (Libros La calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 2008).

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lunes, 27 de octubre de 2008

Poema del día: "No te apagues en esta noche coja...", de Vanesa Pérez-Sauquillo (España, 1978)

No te apagues en esta noche coja.
No. No te me apagues.

Que sé que el viento afuera
va crepitando ramas.
Que sé que ya mi nombre
no asoma a las palabras
en esta calma fría
en que el humo
hasta el humo,
tiene prisa.

Hasta que el corazón me deje sola,
no te apagues, amor,
de entre mis dedos.
Espera a que me duerma.

Vanesa Pérez-Sauquillo en Todo es poesía menos la poesía. 22 poetas desde Madrid (Editorial Eneida, Madrid, 2004).

Otros poemas de Vanesa Pérez-Sauquillo
no sé cómo no viNo te apagues en esta noche coja...quisiera ser exacta...

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domingo, 26 de octubre de 2008

Poema del día: "Ágape", de César Vallejo (Perú, 1892-1938)

Hoy no me ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.

Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,
y me dan ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma al alma mía.

Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!

César Vallejo en Los heraldo negros (1918), incluido en Obra poética completa (Alianza Editorial, Madrid, 1994).

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sábado, 25 de octubre de 2008

Poema del día: "Aliento", de Mark Strand (Estados Unidos, nacido en Canadá, 1934-2014)

Cuando los veas
diles que aún sigo aquí,
que me sostengo sobre una pierna mientras la otra sueña,
que ésta es la única manera,

que las mentiras que les digo son distintas
de las mentiras que me digo a mí mismo,
que por estar aquí y por estar más allá
me estoy convirtiendo en horizonte,

que cuando el sol sale y se pone descubro mi lugar,
que el aliento es lo que me salva,
que incluso las forzadas sílabas de la decadencia son aliento,
que si el cuerpo es un ataúd también es un armario de aliento,

que el aliento es un espejo empañado de palabras,
que el aliento es todo lo que sobrevive al grito de socorro
mientras éste se adentra en el oído del desconocido
y permanece mucho después de que la palabra desaparezca,

que el aliento es de nuevo el principio, que toda resistencia
se desprende de él, como el sentido se desprende
de la vida, o la oscuridad de la luz,
que el aliento es lo que les doy cuando les envío mi amor.

Mark Strand en Aliento (Ayuntamiento de Lucena, Córdoba, 2004).

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viernes, 24 de octubre de 2008

Repaso semanal a los blogs y webs más interesantes

Piso piloto es un muy original blog. Bueno, en realidad es un poemario de la poeta española Lucía Plaza Díaz, editado desde Albacete. Allí podremos adentrarnos en cada una de las habitaciones de esta casa llena de poemas. No es un piso demasiado grande, pero sí muy coqueto y personal.

Ruinas incompletas, un muy poético nombre encabeza el blog del poeta y escritor español Hugo Izarra, editado desde Vigo. Las secciones que ha diseñado hablan muy a las claras del contenido de su blog: Artículos, Novela, Poemas, Premios y Relatos. Un lugar para adentrarse en su obra.

Entonces la poesía es el blog de la poeta argentina Viviana Álvarez. También nos servirá este blog para adentrarnos en su obra: poemas y prosa poética elegantemente ilustrados con cuadros y fotografías. En su columna lateral encontraremos poemas de otros autores.

Poema del día: "Sandía", de Charles Simic (Estados Unidos, nacido en Serbia, 1938-2023)

Sandías, verdes Budas
en el puesto de frutas.
Comemos la sonrisa
y escupimos los dientes.

Charles Simic en Desmontando el silencio (Ayuntamiento de Lucena, Córdoba, 2004).

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jueves, 23 de octubre de 2008

Poema del día: "Yo le tiré un zapato a mi reloj...", de Luis Luna (España, 1975)

Yo le tiré un zapato a mi reloj
Pero él lo utiliza
Para seguir corriendo a mis espaldas.

Luis Luna en Salida de emergencia (Nosomoscómodos Producciones, Madrid, 2004).

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miércoles, 22 de octubre de 2008

Artículo sobre el libro del médico español Luis Montes 'El caso Leganés'

El caso Leganés, Luis Montes, en colaboración con Oriol Güell (Editorial Aguilar, Madrid, 2008). El manoseado término 'kafkiano' está, a veces, plenamente justificado. El llamado caso Leganés (por el que un grupo de médicos del Hospital Severo Ochoa de esa localidad madrileña se vieron sentados en el banquillo de los acusados como sospechosos de homicidio) puede ser calificado de 'kafkiano' en un sentido bastante literal. No es sólo que una mañana, al poco de despertarse, el doctor Luis Montes se encontrara convertido, o que le querían convertir, en una especie de monstruo; sino que, como en El proceso de Kafka, los acusados, Luis Montes y sus compañeros, no saben quiénes ni exactamente de qué se les acusa. Este libro es la crónica minuciosa de ese proceso que ha constituido el mayor escándalo sufrido por la sanidad pública española en los últimos años, y cuyas consecuencias están todavía pendientes de verse. Porque, en efecto, detrás del caso Leganés están un par de cuestiones esenciales para una sociedad democrática: el papel de la medicina pública y el derecho a unos cuidados paliativos en el trance de la agonía. La persecución a los médicos del Severo Ochoa se pone en marcha por rivalidades personales y profesionales, y también por motivos políticos, pero apunta a esas dos cuestiones cruciales: el modelo de la sanidad (pública o privada) y el derecho a una muerte sin sufrimientos innecesarios. Éste último, de plena actualidad, como lo prueba el anteproyecto de ley de la Comunidad de Andalucía que plantea castigar a los médicos que, por no aplicar las sedaciones oportunas, prolonguen la agonía a los enfermos. El caso Leganés tiene una larga prehistoria que se remonta a principios del año 2000, cuando el doctor Montes, sobradamente conocido por sus ideas de izquierdas, es nombrado coordinador de Urgencias del Severo Ochoa. Las decisiones que toma en ese puesto, como la de hacer trabajar más horas a los médicos, o una reorganización de los servicios que hace perder protagonismo a Medicina Interna, le granjean la enemistad de algunos colegas. Así, cuando poco más tarde Montes se plantea extender la sedación terminal a todos los enfermos que lo requieran, de modo que éstos tengan una muerte digna, se encuentra con que esa enemistad se suma a los prejuicios religiosos de otros médicos. En efecto, en la medida en que la sedación puede acelerar la muerte (es el conocido como doble efecto: evita dolores pero acelera el fallecimiento), los médicos más conservadores no son partidarios de aplicarla, aunque se trate de un enfermo terminal. En su lugar, practican lo que se conoce como encarnizamiento terapéutico. Que los ataques de quienes denuncian esas sedaciones terminales se centren en Luis Montes, aunque éste no fuera el que atendía a la inmensa mayoría de los enfermos, muestra que se trata de una campaña ad hominem, en la medida en que Luis Montes representa un modo de entender la medicina, que es también lo que se trata de combatir. Una lucha antigua Enfrentamientos personales, rivalidades profesionales y diferencias ideológicas constituyen las coordenadas de un asunto con una larga y compleja historia. Al poco de la llegada de Montes a Urgencias y su aplicación generalizada de la sedación terminal, se producen algunas denuncias poco concretas que no tienen consecuencias. Pero estas denuncias suben de tono a partir de 2003, concretándose en junio de ese año en un informe interno que busca la destitución de Luis Montes. Una investigación externa de la Inspección Médica, la autoridad sanitaria prevista por la legislación, así como el Comité de Ética de Getafe, avalan la labor de Montes. Las intrigas contra él, no obstante, continúan y experimentan un salto cualitativo en marzo de 2005, cuando unas denuncias anónimas (seguimos en un mundo 'kafkiano' o inquisitorial) llegan al despacho del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, y éste decide, pese a su carácter anónimo, darles curso legal. La intervención de Lamela supone el cese inmediato de Luis Montes como jefe de Urgencias y el comienzo de una larga batalla legal que no se resolverá hasta tres años más tarde. Precisiones sobre un asunto complejo Aunque en el caso Leganés se ventilen otros asuntos, el pretexto y el fondo de la cuestión son las sedaciones terminales. Lo primero que hay que decir, para evitar confusiones, es que la sedación terminal no tiene nada que ver con la eutanasia; ésta última aún no está reconocida por la ley, mientras que la aplicación de la sedación terminal sí lo está. La sedación terminal consiste sencillamente en la aplicación de fármacos que eviten el sufrimiento en los últimos momentos de la vida, cuando ya no hay esperanzas de recuperación. Pero como esos fármacos, además de aliviar el dolor, pueden acelerar (normalmente, en unas horas) el fallecimiento, son cuestionados por algunos médicos. Lo cierto es que la sedación terminal tiene aún aspectos pendientes de consensuar por la clase médica; pero lo cierto también es que, de los 400 enfermos fallecidos en Urgencias del Severo Ochoa, sólo una familia reclamó por el tratamiento recibido. Quienes se oponen a su aplicación lo hacen normalmente basándose en una defensa a ultranza de la vida, independientemente de las condiciones de ésta y del plazo que le quede, así como en una presunta dignidad del sufrimiento (a Jesucristo no se le aplicaron cuidados paliativos, como ha dicho una autoridad eclesiástica). Quienes defienden la sedación terminal recuerdan que ésta se aplica cuando la esperanza de vida del enfermo se mide en horas, y la única cuestión a tener en cuenta es el sufrimiento o la tranquilidad con que puedan pasar esas horas tanto el enfermo como su familia. Además de que, a esas alturas, el proceso de la muerte es irreversible, ésta prácticamente nunca se puede atribuir con seguridad a los fármacos administrados, ya que el hecho de morir implica tal cantidad de variables fisiológicas que no puede saberse con exactitud a qué se debe cada cosa que ocurre en el organismo. La mano que mueve los hilos Una de las grandes irregularidades del caso Leganés es que se llevara al juzgado una denuncia anónima. En todo caso, pese al carácter anónimo, es evidente que sus promotores son médicos del Severo Ochoa. En esas denuncias, no sólo se habla en tercera persona de las familias de los enfermos, sino que los datos que se manejan sólo han podido ser recogidos por personal del hospital. El autor o autores tienen acceso a información confidencial del hospital, son perseverantes, sienten un rechazo casi visceral por Montes y su equipo, y están en contra de las sedaciones terminales. Y no envían su carta a los juzgados o a la fiscalía, como parecería lógico. Lo hacen, en su lugar al Ministerio de Sanidad, a la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, y a dos asociaciones de pacientes. No importa, el consejero de Sanidad, Manuel Lamela, dará el paso definitivo de llevarla al juzgado. La forja de un rebelde Si el acusador se oculta en las sombras (insistamos en que ésta es una historia 'kafkiana'), el principal acusado es una persona con un perfil muy definido. Este libro escrito a cuatro manos cuenta también la trayectoria de Luis Montes, un militante de izquierdas de toda la vida, una de esas personas que se esforzaron y sacrificaron para que España llegara a ser una democracia y que nunca hubiera salido en las fotos (ya se sabe que el que se mueve no sale en la foto, y él fue de los que se movieron mucho durante la dictadura) de no haber sido por el caso Leganés. Hijo de un militar franquista, Luis Montes rechazó muy pronto el oscurantismo y la represión del país en que vivía. Se marchó de casa a los 18 años y se entregó con fervor a una militancia en contra del régimen, al precio de postergar los estudios. El joven Montes pasó todos los sarpullidos de la época: las manifestaciones relámpago (saltos, en la jerga de entonces), la vida en zonas periféricas y deprimidas de Madrid, las reuniones y reivindicaciones constantes dentro del movimiento vecinal, los trabajos variopintos, como albañil, camarero o en una editorial tan emblemática entonces como Zyx (libros muy baratos y muy pequeños, de ideología de izquierdas y cristiana)… De aquellos años guarda recuerdos imborrables. Uno es el afán por leer y conocerlo todo, una especie de bulimia intelectual. Otro es el miedo, la sensación constante de que podías ser detenido, de que cada coche de policía que aparecía venía a por ti. “Todo aquello me marcó”, afirma Luis Montes. Y, pese a todas las desilusiones que vinieron, “quedó algo en nosotros que dio sentido a toda aquella lucha y que sigue guiando nuestras vidas”. El compromiso por la sanidad pública La lucha por la democracia tuvo el efecto, como les ocurrió a tantos, de que postergara los estudios, llevando la carrera a trancas y barrancas. Pero se licenció por fin, y el libro ofrece también su experiencia como médico. El terrible enfrentamiento con la muerte, ya en su primera guardia; la excelente ayuda brindada por las enfermeras (“la mejor escuela para los médicos más jóvenes”), el endiosamiento de los médicos de entonces, la dignidad con que las monjas dieron el relevo a una generación, más preparada, de enfermeras; la organización y gestión de un nuevo sistema de sanidad, o la lucha por que, desde la sanidad pública, se garantizara el ejercicio del derecho a abortar. La trayectoria de izquierdas de Luis Montes, el seguir viviendo “con el corazón mirando al sur”, se ha concretado en los últimos años en una clara defensa de la sanidad pública. En este sentido, no puede ser más claro en el libro: “Yo no puedo pensar en otra cosa que no sea en la equidad y la universalidad de la sanidad pública. Los que creemos en ella, la queremos porque nos parece lo más justo. Es la gran contribución que Europa ha hecho y para comprobarlo sólo hay que mirar las vueltas que están dando en Estados Unidos desde hace años para conseguir un seguro de salud universal. En España, como en tantas otras cosas, desarrollamos tarde un sistema público solvente y eficaz. Y ahora que lo tenemos me parece una gravísima responsabilidad ponerlo en peligro. Porque eso es lo que se está haciendo con muchas de las medidas adoptadas en los últimos años”. “Proyectar once hospitales y privatizarlos" –dice, a propósito de la política de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid- "es desencadenar una espiral alcista en el gasto que luego es muy difícil de detener, porque cuando los hospitales ya son privados has perdido casi todas las herramientas de gestión que tenías a tu alcance para controlarlo”. El 11-M del Severo Ochoa El enfrentamiento entre dos concepciones de la sanidad (pública o privada) parece estar detrás del caso Leganés, de las denuncias anónimas y del empeño del consejero Lamela por enviarlas al juzgado. Así, lo que venía siendo un caso larvado, y restringido dentro de los muros del Hospital Severo Ochoa, explotó el 11 de marzo de 2005. Una vez más, una fecha que había sido trágica, se repetía como farsa. Si la reacción del personal del hospital (médicos, enfermeros, celadores, auxiliares, administrativos…) fue inmediata, poniéndose al lado de Montes y sus compañeros, la de los partidos y sindicatos fue mucho más lenta. Pero, poco a poco, los partidos y sindicatos de izquierdas, y las asociaciones de vecinos se organizan para apoyar a los médicos de Leganés. A esas alturas, la larga batalla de los años anteriores ya había dado lugar a varios informes e inspecciones. La Comisión de Mortalidad del hospital había emitido un informe negativo sobre las prácticas del equipo de Luis Montes; pero tanto la Inspección Médica del Instituto Madrileño de Salud como el Comité de Ética de Getafe, formado por médicos, enfermeras, un capellán, profesores de Derecho, etc., les habían avalado, a la vez que ponían en duda la calidad científica de los informes de la Comisión de Mortalidad. Nada de eso impide el escándalo, los ataques que se desencadenan desde algunos medios ni la huida hacia delante del consejero Lamela. La judicialización del caso Leganés está en marcha y en su última etapa. Se quiere convertir en asunto criminal lo que, en el fondo, es un debate médico y ético, las diferencias de criterio en casos delicados. Como dice un médico, “en la atención a los enfermos terminales hay un amplio margen en el que tres médicos harán tres cosas distintas y cada uno tendrá su parte de razón”. El caso es que la comisión organizada por Lamela ve indicios de delito en las prácticas de Luis Montes y su equipo. Desmontar esa acusación llevará casi tres años, los que tarde la justicia en dejar las cosas en su sitio. Las sentencias, una detrás de otra, ya que son recurridas por la consejería de Sanidad o por la única familia de un enfermo que había denunciado, van dando la razón a los acusados. El colofón de esta historia es tan 'kafkiano' como su comienzo. Cuando la Audiencia de Madrid zanja definitivamente el caso Leganés, absolviendo al doctor Montes y sus compañeros, los promotores de la demanda hacen malabares dialécticos para salvar la cara. Se llega al extremo de decir que no se ha proclamado su inocencia, apoyándose en un informe de peritos del Colegio de Médicos que decía que “no es posible afirmar o negar con certeza absoluta” la relación entre las sedaciones y la muerte de los pacientes. Como si lo que fuera necesario probar fuera la inocencia y no la culpabilidad. Y es que la sombra de Kafka ha planeado constantemente sobre el caso Leganés.

Poema del día: "Llueve...", de Sacra Leal (España, 1964)

Llueve
sobre los aterciopelados
andenes de la memoria,
con placidez añeja y voluminosa,
con delicada rabia prepotente.
Llueve.
Llueve tus labios
bajo el tibio moho de los soportales,
lejanos, como rocas milenarias,
volcánicos;
como eslabones decadentes del pasado.
Tus labios rememorando el tiempo,
resucitando calendarios.
Llueve.
Llueven tus ojos rodeando las fachadas
como gaviotas perdidas entre neón y asfalto.
Tus ojos accidentando el paisaje,
provocando rúas de empedradas auroras
en el vértice de mi alma deshabitada,
de mi corazón quebrado por la ausencia.
Llueve.
Llueven tus manos como eucaliptus,
despidiéndose... eternamente.

Sacra Leal en La revolución del llanto (Ediciones Torremozas, Madrid, 1994).

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martes, 21 de octubre de 2008

'César Vallejo ha muerto', un artículo del poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio, director de la revista 'Arquitrave'


"Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente".
(Voy a hablar de esperanza, fragmento)
En su tesis de grado para optar por el título de Bachiller en Letras en la Universidad de Trujillo en 1915, El romanticismo en la poesía castellana (1954), César Vallejo destaca, del romanticismo alemán, "el pensamiento sereno, el vuelo metafísico, las interrogaciones al infinito y el soplo de cristianismo que impregnan esta poesía, junto con el idealismo, las nebulosidades del Norte y el sincero sentimiento de la limitación de la vida", concluyendo que: "Hoy en el Perú, desgraciadamente, no hay ya el entusiasmo de otros tiempos por el romanticismo; y digo desgraciadamente porque, siendo todo sinceridad en esta escuela, es de lamentar que ahora nuestros poetas olviden esta gran cualidad que debe tener todo buen artista". Vuelo metafísico, interrogaciones al infinito, soplo de cristianismo, sentimiento de la limitación de la vida y sinceridad, he aquí algunas de las constantes de su poesía.
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 1892-1938) nació en una pequeña aldea de los Andes peruanos, a tres mil ciento quince metros sobre el nivel del mar, en el seno de una extensa familia de mestizos descendientes de dos sacerdotes españoles y dos indígenas peruanas. Sus padres quisieron hacerle sacerdote. Durante un tiempo enseñó en el Colegio Nacional de San Juan, publicando sus poemas en periódicos y revistas de Lima y otras partes. Era un joven apasionado e infeliz en el amor e incluso intentó suicidarse. En 1918 regresó a la Universidad de San Marcos para hacer un año de estudios de abogacía, ingresó al grupo vanguardista Colónida y publicó su primera colección de poemas, Los heraldos negros (1918). En 1920, mientras visitaba a su madre en Santiago de Chuco fue arrestado y puesto en prisión por ciento doce días acusado de incendiario. En la cárcel escribió constantemente, y esos poemas y otros fueron reunidos en Trilce (1922), cuya publicación fue financiada con el dinero de un premio que había ganado en un concurso de cuento. En 1923, sin dinero alguno, al reabrirse el proceso en su contra, desolado por la muerte de su madre y la fría recepción que se dio a Trilce partió para Francia.
Vallejo ingresó al Partido Comunista, visitó la Unión Soviética en 1928, y regresó un año después con su joven esposa bretona, Georgette Philipard, luego de haber conocido a Maiakovski y otros artistas soviéticos. Expulsado por razones políticas de Francia en 1930, se mudó a Madrid donde escribió Rusia en 1931, reflexiones al pie del Kremlin (1931). Volvió a Francia en 1932, pero con el estallido de la Guerra Civil española (1936-1939) se sintió obligado a regresar y allí escribió en 1937 los poemas reunidos luego de su muerte bajo la seña de España, aparta de mí este cáliz (1940). Enfermo de gravedad va rápidamente a Francia donde murió al año siguiente a la edad de cuarenta y seis años, en la Clínica del Boulevard Aragó. La causa de su muerte fue diagnosticada como una mezcla de tuberculosis, infección intestinal y malaria, pero lo cierto es que murió de hambre.
Trilce (1922) hizo trizas la tradición e inició una nueva época en la poesía. Sus setenta y siete poemas llevando apenas como título números romanos apareció tres años antes de Tentativa del hombre infinito (1925), de Neruda, inventando el surrealismo antes del Surrealismo. Con una riqueza sin fin que pareciera surgir del fondo mismo de la lengua usa arcaísmos, tecnicismos, neologismos, adverbios que se hacen verbos, exclamaciones que se sustantivan para transmitir sus nuevas visiones. Aunque independiente de escuela alguna es absolutamente contemporáneo en sus expresiones herméticas e irracionales y, desechando la lógica tradicional, intenta dar nueva vida a las palabras a través de temas donde busca amor, y otros valores, en un mundo absurdo. Una angustiosa crisis de consciencia que produce la arbitrariedad del mundo y de los signos lingüísticos. La amarga ironía y el humor negro ofrecen un sentido de inmediatez y urgencia, y la sintaxis refleja una violenta lucha interior por aislar, con la ayuda del lenguaje, los últimos recursos espirituales del hombre. Vallejo abandona el simbolismo y los tonos modernistas como rechazo a las supersticiones en boga sobre "lo bello" y la pretensión de una poesía como catarsis.
El amor preside Trilce. Unas veces como sexo, otras como sensaciones, sentimientos, refugio ante la soledad, o como expresión de fracaso, de remordimiento, de lo aberrante. La mítica presencia de la madre está en el horizonte inalcanzable del amor filial y del pasado, vivido como una inmediata realidad que no termina; las mujeres amadas en la niñez y adolescencia son presencias inmediatas o sombras simbólicas donde reposa el frustrante deseo de comunión:

(XV)
En el rincón aquel, donde dormimos juntos
tantas noches, ahora me he sentado
a caminar. La cuja de los novios difuntos
fue sacada, o tal vez qué habrá pasado.
Has venido temprano a otros asuntos
y ya no estás. Es el rincón
donde a tu lado, leí una noche,
entre tus tiernos puntos
un cuento de Daudet. Es el rincón
amado. No lo equivoques.
Me he puesto a recordar los días
de verano idos, tu entrar y salir,
poca y harta y pálida por los cuartos.
En esta noche pluviosa,
ya lejos de ambos dos, salto de pronto. . .
Son dos puertas abriéndose cerrándose,
dos puertas que al viento van y vienen
sombra a sombra
En Poemas humanos (1939) el hombre aparece visitado por un doble; es un ser que aspira a la unidad pero está condenado a una dualidad que termina en la destrucción y desintegración del ser. En estos poemas, de gran variedad técnica y virtuosismo, estamos sometidos no sólo a múltiples fragmentaciones sino a la multiplicación de ellas; vivimos en el inicio de un proceso que parece no tener fin: aplastados por la vida, obsedidos por el horror a la muerte, la experiencia es apenas una progresiva desmoralización de nuestra personalidad.
Dieciséis años separan a Trilce de Poemas Humanos. En ese periodo Vallejo vivió en París en condiciones penosas, pobre y enfermo, al tiempo que se fue sumergiendo -con la ayuda de su nada saludable esposa- en el marxismo y las alucinantes ofertas de amor universal que debieron recordar al poeta los ofrecimientos de hermandad cristiana oídos en la niñez de boca de sus padres y los sacerdotes. Vallejo más que un rebelde de partido fue un escritor subversivo como muchos otros artistas latinoamericanos de hoy, como Cortázar, como Fuentes, como García Márquez. Su lucha frontal fue contra la pobreza de la tradición de la lengua y logró romper sus tejidos anacrónicos. Sus protestas fueron siempre desinteresadas y los viajes que hizo a la Rusia de Stalin los costeó él mismo. La vida en París no fue en vano. El París de Vallejo no fue el de los placeres mundanos y de la frivolidad sino la capital del sufrimiento y el dolor de los hombres de entre guerras.
La Guerra Civil española (1936-1939) sacudió a Vallejo, quien tomó parte en varios comités antifacistas y viajó a España en dos ocasiones durante la contienda. En la última visita decidió redactar un libro de poemas sobre la tragedia, España, aparta de mí este cáliz, publicados inicialmente en la revista Hora de España, en noviembre de 1938 y a raíz del fallecimiento del poeta. Son diecisiete textos, algunos extensos, otros discursivos, los más, breves y alucinados gritando a voz en cuello su dolor por los sucesos. En uno de ellos, (III), traslada al poema el habla de un hombre del pueblo, Pedro Rojas, con las palabras plenas de errores ortográficos y la vida cotidiana dando alma: Pedro Rojas escribía en el aire, con el dedo, su grito y su firma, pero por ser casi analfabeta se equivocaba: "¡Viban los compañeros!", decía y escribía. Afectado por la sospecha del paulatino fracaso de la causa de España, Vallejo cayó en cama unas seis semanas antes de morir. Al agonizar deliraba con España. Sus últimas palabras fueron "España, me voy a España".
Fue el más raro e inimitable de los poetas latinoamericanos del siglo XX.

Harold Alvarado Tenorio, director de la revista colombiana de poesía Arquitrave



Poemas de César Vallejo en este blog y artículos sobre su obra

Poema del día: "Los poetas de siete años", de Arthur Rimbaud (Francia, 1854-1891)

Y la madre, cerrando el libro del deber,
se iba satisfecha y orgullosa, sin ver
en los ojos azules y en la frente combada,
el alma de su hijo al asco abandonada.

Sudaba obediencia durante todo el día;
pese a su inteligencia, con sus tics descubría
algún rasgo secreto de acre hipocresía.
Del pasillo a la sombra, a la tapicería
le sacaba la lengua con los puños cerrados
y brillaban de chispas sus ojos apretados.
Por una puerta abierta, golfo de luz que brilla,
se le veía hipando sobre la barandilla,
estúpido y vencido, solo y abandonado...
Sobre todo en verano era más obstinado;
se encerraba al frescor del retrete: pensaba,
insensible al olor, allí se abandonaba.
Cuando su jardincito, de olores bien lavado,
tras la casa, en invierno, parecía alunado,
tendido al pie de un muro, o en la marga enterrado,
apretando visiones, el ojo deslumbrado,
escuchaba bullir roñosos espaldares
de los niños vecinos que eran sus familiares,
con su mirar medroso y su sucia mejilla,
escondiendo sus manos manchadas por la arcilla
hediendo sus vestidos a caca, avejentados
hablando con dulzura, como idiotizados.
Pero, si descubierto en piedad tan inmunda
su madre se indignaba, la compasión profunda
del niño se volcaba sobre la pobre gente,
y a la madre le daba, la mirada que miente.
Forjaba a siete años novelas de la vida,
espacios donde luce la libertad querida,
¡bosques, soles, riberas, sabanas! -Se ayudaba
de la prensa ilustrada en la que contemplaba,
reír las españolas y las italianas,
mientras, -oscura y loca- vestida de indiana
-ocho años, la hija de la gente de al lado
encima sus espaldas ya había saltado
y en un rincón sombrío sus trenzas sacudiendo,
la tenía debajo y le iba mordiendo
las nalgas, puesto que ella iba sin pantalones.
-Y así, magullado, con puños y talones,
a su cuarto llevaba de su piel los sabores.

En diciembre tenía domingos sin colores,
en los que engominado, encima un velador
de caoba, una Biblia, leía sin ardor.
A Dios no le quería; pero a los hombres, sí,
que con su blusa negra pasaban por allí
donde los pregoneros, redoblando el tambor,
leyendo los edictos, a su alrededor,
hacen que ría y gruña la gente a sus gajes.
-Soñaba la pradera donde los oleajes
pubescentes de oro, inician desde el suelo
su calmo revoltijo, y emprenden el vuelo!

Y como lo sombrío gustaba más que nada,
en su celda desnuda, persiana cerrada,
alta y azul y acre, por la humedad tomada,
leía su novela, sin cesar meditada,
llena de duros cielos y selvas anegadas,
flores de carne en bosque sideral desplegadas,
¡vértigo, terremotos, derrotas, compasión!
-Y, mientras esto hacía, del barrio oía el son-
y solito y echado sobre piezas de tela
cruda, ¡ya presentía, violenta la vela!

Arthur Rimbaud en Poesía completa (Ediciones 29, Barcelona, 2003, trad. de J. F. Vidal-Jover).

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lunes, 20 de octubre de 2008

Poema del día: "El joven fraile", de Antonio Praena Segura (España, 1973)

Y pensar que nadie desabrochará mi camisa
con manos de paloma,
ni hará caracoles en el vello de mi pecho
porque ya tengo un amor que es Todo y Nada...

Y saber que soy un guerrero
que reza como un almendro...

Antonio Praena Segura en Humo verde (Amarú Ediciones, Salamanca, 2003).

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domingo, 19 de octubre de 2008

Poema del día: "Estoy naciendo, amor", de José María Portugués Hernando (España, 1918-2008)

Morir ya no es posible.
Nacer sí, arrebatar, transfigurarse.
Aniquilar todo
para empezar de nuevo.

Así te siento ahora,
así sumerjo
mi locura de amar en tu presencia.

Por tu fecunda risa
he visto a mi dolor crucificado.
Por tus pechos
anda mi sed rendida.
Por tu cintura voy diciendo a gritos
cuán ardientes resultan
los anhelados bordes del deseo.
Por la curva suave de tu vientre
estoy naciendo, amor, estoy naciendo;
dulce curva de nube, alondra o brisa
que hacia honduras de miel va descendiendo.

José María Portugués Hernando en Viento de Dios (Barcelona, 2004).

Otros poemas de José María Portugués Hernando
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sábado, 18 de octubre de 2008

Poema del día: "Unidad", de Ángela Figuera Aymerich (España, 1902-1994)

Si todos nos sintiéramos hermanos.
(Pues la sangre de un hombre, ¿no es igual a otra sangre?)
Si nuestra alma se abriera (¿No es igual a otras almas?)
Si fuéramos humildes. (El peso de las cosas,
¿no iguala la estatura?)
Si el amor nos hiciera poner hombro con hombro,
fatiga con fatiga
y lágrima con lágrima.
Si nos hiciéramos unos.
Unos con otros.
Unos junto a otros.
Por encima del fuego y de la nieve;
aún más allá del oro y de la espada.
Si hiciéramos un bloque sin fisura
con los dos mil millones
de rojos corazones que nos laten.
Si hincáramos los pies en nuestra tierra
y abriéramos los ojos serenando la frente,
y empujáramos recio con el puño y la espada,
y empujáramos recio, solamente hacia arriba,
qué hermosa arquitectura se alzaría del lodo.

Ángela Figuera Aymerich en Los días duros (1953), incluido en Poesía española 1939-1975. Antología (Ediciones Tarraco, Tarragona, 1977, ed. de Ricardo Velilla).

Otros poemas de Ángela Figuera Aymerich

viernes, 17 de octubre de 2008

Repaso semanal a los blogs y webs más interesantes

Libélula viviente nos llega desde México para invitarnos a un paseo poético por sus entradas, en las que su autora se vuelca cada día. Además de sus poemas podemos encontrar otros comentarios sobre los más variados asuntos y reseñas de los libros que va leyendo.

La isla de la poesía es el blog de la poeta nacida Santa Cruz de Tenerife Sonia Betancort. Allí podremos encontrar sus poemas, sus relatos, informarnos de sus actividades e inquietudes. También tiene ilustraciones muy interesantes. Sabremos también de sus libros editados y donde comprarlos.

Martín Mérida, nombre del blog del mismo autor. En él encontraremos poemas suyos, en español y francés, y enlaces a un montón de sitios interesantes por los que pasar. Martín Mérida nos escribe desde Chiapas, en México. Además de su biografía, también veremos los libros que ha publicado.

Internatural es el blog del poeta panameño Edilberto González-Trejos, donde nos va colgando sus poemas y nos informa de sus actividades y publicaciones poéticas. Tiene una abundante barra lateral donde podremos acudir para descubrir nuevos lugares de literatura.

El rascacielos es el blog de una nueva poeta, esta vez española. De poetas va hoy la cosa. Se llama Nuria Ruiz de Viñaspre, y como buen blog personal de poeta, nos cuenta todas sus actividades, los libros que ha publicado, las antologías en las que participa... Y luego, pues va haciendo sus comentarios sobre la vida.

El blog de Harmonie Botella es , efectivamente, su blog; aunque también podemos encontrar a esta escritora infatigable en otros blogs, así como cruzárnosla en innumerables actividades literarias y sociales. No lo lleva muy al día últimamente, pero no nos extraña con tanta actividad.