sábado, 24 de mayo de 2025

Poema del día: "La romanza del vino", de Émile Nelligan (Canadá, 1879-1941)


Se confunde todo en un vivo resplandor de verde alegría.
¡Qué hermoso atardecer de mayo! Todos los pájaros a coro,
Como las ilusiones pasadas de mi corazón,
Modulan su preludio en mi ventana abierta.

¡Qué hermoso atardecer de mayo! ¡qué alegre atardecer de mayo!
Un órgano a lo lejos irrumpe con frías cadencias;
Y los rayos, cual púrpuras espadas,
Taladran el corazón del día que se muere entre perfumes.

¡Estoy contento! ¡Estoy contento! En el cristal que canta,
¡Vierte, vierte el vino! ¡vierte más y más,
Para poder olvidar la tristeza de los días,
En el desdén que siento por la masa perversa!

¡Estoy contento! ¡Estoy contento! ¡Viva el vino y el Arte!...
Yo sueño con hacer también célebres versos,
Versos que gemirán las músicas fúnebres
De los vientos de otoño a lo lejos pasando entre niebla.

¡Es el reino de la risa amarga y de la rabia
De saberse poeta y objeto de desprecio,
De saberse corazón y no ser comprendido
Más que por el claro de luna y las grandiosas tardes de tormenta!

¡Mujeres! Brindo por vosotras, que os reís del camino
Adonde el Ideal me llama abriendo sus brazos rosas;
Brindo por vosotros sobre todo, hombres de frentes lentas
Que desdeñáis mi vida y rechazáis mi mano!

Mientras todo el azul se hace estrellas en la gloria
Y un himno se alza a la dorada primavera,
Sobre el día que expira yo por fin no he llorado,
¡Yo, que camino a tientas por mi juventud negra!

¡Estoy contento! ¡Estoy contento! ¡Viva la noche de mayo!
¡Estoy locamente contento, aunque no esté embriagado!...
¿Será que me siento por fin dichoso en la vida;
Por fin mi corazón del amor se ha curado?

Han cantado campanas; el viento nocturno perfuma...
Y mientras el vino chorrea en gozosos raudales,
¡Estoy tan contento, tan contento, en mi reír sonoro,
tan contento, que temo romper a llorar!

Émile Nelligan en Poésies complétes 1896-1899 (1952), incluido en Poetas franco-canadienses (Árbol de fuego, año 6, nº 63, Caracas, 1973, trad. de Isabel Paraíso de Leal).

viernes, 23 de mayo de 2025

Poema del día: "Si así como miramos, fijamente...", de Diana Bellessi (Argentina, 1946)


Si así como miramos, fijamente
enlazado el ojo a la belleza
o al espanto, un detalle cualquiera
encanto del afuera. Así también
nos miráramos. No al otro, al propio.
A nosotros mismos. ¿Lo hallaríamos?
El cerrojo del amor, el sentido

El otro como culpable abre el hueco
de la guerra. Ve amenaza donde amparo

Ay de mí, si no hay el sí, sin el otro

Diana Bellessi en Sur (1998), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Diana Bellessi

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jueves, 22 de mayo de 2025

Poema del día: "Lo estéril", de Buland al-Haidari (Irak, 1926-1996)


El mismo camino.
Las mismas casas, apretadas
por un profundo esfuerzo.
El mismo silencio.
Decíamos: mañana morirá,
y despertarán,
desde todas las casas,
las voces de los niños
rodando, con el día, sobre el camino.
Burlándose de nuestro ayer,
de nuestras gruñonas hembras,
de nuestros ojos inmóviles y mates.
No sabrán
lo que son los recuerdos.
No podrán comprender el viejo barrio.
Y se reirán, pues ellos no preguntan
por qué ríen.

Decíamos:
mañana alcanzaremos
lo que ahora decimos.
Nos juntará el tiempo:
ahora hay un amigo;
antes había un hombre avergonzado.
Nuestro hondo deseo de ayer
no sabía quizá lo que quería decir,
pero hoy el tiempo nos reúne:
a ese amigo sin otro,
ese deseo insolente.

Sobre el camino
—el mismo camino—
las mismas casas, apretadas
por el profundo esfuerzo.
El mismo silencio.
y allá, tras las ventanas cerradas,
habrá ojos penetrantes
y fijos, esperando a los pequeños.
Temerosos
de que el día se pierda.
Lo mismo que el camino.

Buland al-Haidari, incluido en Poetas árabes realistas (Ediciones Rialp, Madrid, 1970, ed. y trad. de Pedro Martínez Montávez).

miércoles, 21 de mayo de 2025

Poema del día: "La higuera", de Juana de Ibarbourou (Uruguay, 1892-1979)


Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten...

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
—Es la higuera el más bello
de los árboles en el huerto.

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
—Hoy a mí me dijeron hermosa.

Juana de Ibarbourou en Raíz salvaje (1922), incluido en Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960) (Visor Libros, Madrid, 2016, ed. de Raquel Lanseros y Ana Merino).

Otros poemas de Juana de Ibarbourou

martes, 20 de mayo de 2025

Poema del día: "Solo Darío", de Salomón de la Selva (Nicaragua, 1893-1959)


Solo Darío, Darío únicamente,
renueva las latinas glorias ecuménicas
como nunca la espada: ¡sólo él es augusto!
Y no es el germano saqueador de Roma
sino Darío el rey en cuyo imperio
nunca se pone el sol. ¡Qué carabelas
de qué mástiles altos y velajes albos
y popas elevadas, de prodigio,
las que capitanea en océanos de encanto;
qué mundos nuevos de minas de diamante
y selvas de milagro nos descubre;
qué países conquista de hombres de oro
y mujeres de perla y esmeralda,
donde el Amor es ley, la libertad el aire
que se respira, la Música el idioma!
¡Cómo el dolor de América se trueca
en maravilla de esperanza, en gozo
de soñador; y en inviolable virgen
la prostituida tierra americana!
La dejó a medio hacer, estaba haciéndola,
como un mejor Hefesto, una mejor Pandora,
cuando murió; apenas comenzaba;
¡dan ganas de llorar!

Yo lo recuerdo, presa de terrores,
sumido en el dolor y en la penuria,
con el color terroso de panal destruido,
con la mirada de águila, extraviada,
con la sonrisa en boca adolorida,
con no sé qué, animal o primitivo,
que buscaba rincón donde morirse,
escondido, de espaldas a la Muerte.
El invierno era crudo, el cuarto frío.
Como en el cuento de Edgar Poe, un negro
magro y macabro le bailaba danzas
grotescas, de esqueletos,
desconyuntadas,
le cantaba lamentos sincopados,
con la bocaza abierta roja y blanca.
Los rascacielos (nuevos!) levantaban brazos
de imploración y de tortura antiguas.
El río iba de luto, iba de llanto,
iba de miedo, a dar a la bahía.
¡frustrado al darse al mar, como Darío!

Cuando volvió a León llegó arrastrando
el ultrajado lustre del plumaje
y la abatida excelsitud del alma,
informes ya la voz y el pensamiento
(¡válidos para la queja sólo de la carne!)
sin resistencia el arco y sin tensión la lira.

Orfeo redivivo, destrozábanle
las delicadas vísceras con zarcillos crueles
(desde su juventud fueron salvajes vides
las que le dieron vino!) las basárides
furiosas contra Apolo.
Le devolvió la majestad la Muerte,
¡pero cómo fue larga su agonía!

Salomón de la Selva en Poesía contemporánea de Centroamérica (Los libros de la frontera, Barcelona, 1983, selec. de Roberto Armijo y Rigoberto Paredes).

Poemas de Rubén Darío en el blog

Otros poemas de Salomón de la Selva

lunes, 19 de mayo de 2025

Poema del día: "Ligera y leve", de Gilka Machado (Brasil, 1893-1980)


Ligera y leve
en tu labor que, de expresiones en mengua,
el verso no describe...
Ligera y leve,
guardas, oh, lengua, en tu labor,
gustos de caricia y caricias de sabor.

Eres tan mansa y blanda,
que tu nombre a ti misma acaricia,
que tu nombre por ti roza, sinuosamente,
como rítmica serpiente,
y se hace menos rudo,
el vocablo, a tu contacto velludo.

¡Dominadora del deseo humano,
estatuaria de la palabra,
odio, pasión, mentira, desengaño,
por ti es que el incendio del Universo labra!...
eres el reptil que vuela,
el divino pecado
que las alas musicales, a veces, sueltan libres,
y que la Tierra puebla y despuebla,
cuando es de tu agrado.

¡Sol de los oídos, torcido del tacto,
oh lengua-idea, oh lengua-sensación,
en qué olvido insensato,
en qué tonto recato,
te han dejado la alabanza, la exaltación!

– ¡Tú que irradiar pudiste los más hermosos poemas!
– ¡Tú que orquestar supiste las caricias supremas!
Das cuerpo al beso, das antera a la boca, eres un tanteo
de alucinación, eres elevador del alma... Oh loca
lengua mía, del Amor que penetra mi boca,
pasándole en todo sentido su mano,
llénalo de mí, déjame hueca...
– ¡Estoy segura, mi loca,
de darte una mordida de mi corazón!...

Lengua de mi Amor velluda y dulce,
que me convences de que soy frase,
que me contornas, que me vistes casi,
como si el cuerpo mío de ti viniendo me fuese.
Lengua que me cautivas, que me embelesas
los estallidos de ave extraña,
en líneas largas de invisibles telas,
de las que eres, hace tanto, habilidosa araña...

¿Lengua-lámina, lengua-incendiada,
lengua-linfa, serpenteando, en deslices de seda...
Fuerza sacrificial y divina,
haz que el bien y el mal resumas,
lengua-cáustica, lengua-cocaína,
lengua de miel, lengua de plumas?...

¡Te amo exhortación gloriosa y funesta,
te amo como todas las mujeres
que te aman, oh lengua-barro, oh lengua-resplandor,
por la carne del sonido que a la idea emprestas
y por las frases mudas que profieres
en los silencios de Amor!...

Gilka Machado, incluido en Revista Poesía (Venezuela, 6 de mayo de 2024, trad. de Jesús Montoya).


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domingo, 18 de mayo de 2025

Poema del día: "Pieza higiénica V", de Yoko Ono (Japón, 1933)


Deja que al acostarte una lista de nombres al azar te venga a la cabeza.
Apenas aparece cada nombre, di “Te bendigo”.
Hazlo aprisa, con un ritmo constante,
para que al bendecirlos no haya dudas.

Deja que al acostarte una lista de nombres al azar te venga a la cabeza.
Apenas aparece cada nombre, di “Te perdono”.
Hazlo aprisa, con un ritmo constante,
para que al bendecirlos no haya dudas.

Verás que algunas veces bendices
y perdonas
a gente que no te imaginabas.

Haz el intento cada que te acuerdes.
Inténtalo si tienes mucha angustia.
Fíjate cómo afecta eso tu vida.

Yoko Ono en Toronja (1964), incluido en Periódico de poesía (5 de junio de 2023, UNAM, México, trad. de Ezequiel Zaidenwerg).


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