¡Qué hermoso atardecer de mayo! Todos los pájaros a coro,
Como las ilusiones pasadas de mi corazón,
Modulan su preludio en mi ventana abierta.
¡Qué hermoso atardecer de mayo! ¡qué alegre atardecer de mayo!
Un órgano a lo lejos irrumpe con frías cadencias;
Y los rayos, cual púrpuras espadas,
Taladran el corazón del día que se muere entre perfumes.
¡Estoy contento! ¡Estoy contento! En el cristal que canta,
¡Vierte, vierte el vino! ¡vierte más y más,
Para poder olvidar la tristeza de los días,
En el desdén que siento por la masa perversa!
¡Estoy contento! ¡Estoy contento! ¡Viva el vino y el Arte!...
Yo sueño con hacer también célebres versos,
Versos que gemirán las músicas fúnebres
De los vientos de otoño a lo lejos pasando entre niebla.
¡Es el reino de la risa amarga y de la rabia
De saberse poeta y objeto de desprecio,
De saberse corazón y no ser comprendido
Más que por el claro de luna y las grandiosas tardes de tormenta!
¡Mujeres! Brindo por vosotras, que os reís del camino
Adonde el Ideal me llama abriendo sus brazos rosas;
Brindo por vosotros sobre todo, hombres de frentes lentas
Que desdeñáis mi vida y rechazáis mi mano!
Mientras todo el azul se hace estrellas en la gloria
Y un himno se alza a la dorada primavera,
Sobre el día que expira yo por fin no he llorado,
¡Yo, que camino a tientas por mi juventud negra!
¡Estoy contento! ¡Estoy contento! ¡Viva la noche de mayo!
¡Estoy locamente contento, aunque no esté embriagado!...
¿Será que me siento por fin dichoso en la vida;
Por fin mi corazón del amor se ha curado?
Han cantado campanas; el viento nocturno perfuma...
Y mientras el vino chorrea en gozosos raudales,
¡Estoy tan contento, tan contento, en mi reír sonoro,
tan contento, que temo romper a llorar!
Émile Nelligan en Poésies complétes 1896-1899 (1952), incluido en Poetas franco-canadienses (Árbol de fuego, año 6, nº 63, Caracas, 1973, trad. de Isabel Paraíso de Leal).