sábado, 12 de julio de 2025

Poema del día: "Adam", de William Carlos Williams (Estados Unidos, 1883-1963)


Él se crio junto al mar
en una cálida isla
poblada de negros —sobre todo.
Allá se construyó
un bote y un cuarto aparte
a la orilla del agua
para un piano en que practicaba—
por pura terquedad
y firmeza de propósito
empeñándose
como inglés
en emular a su amigo español
e ídolo —el clima.

Allá aprendió
a tocar la flauta —no muy bien?
De allí fue expulsado
—del Paraíso— para probar
la muerte que el deber brinda
tan delicadamente, tan gota a gota,
con un aire tan noble
que lo esclavizó toda su vida
desde entonces.
Y él dejó atrás
todos los recuerdos curiosos que vienen
con conchas y huracanes,
los olores
y los ruidos y las miradas vagas
que los latinos saben pertenecen
al tedio y las largas tórridas horas
y los ingleses
jamás entenderán —a quienes
el deber ha señalado
con mención especial— con
un trópico propio
y con sus propias aves de alas pesadas
y flores que vomitan la belleza
a medianoche.

Pero el latino ha desviado el romance
a un propósito frío como hielo.
Él nunca ve
o poco
lo que derretía las rodillas de Adam
hasta volverlas gelatina y desesperación —y
las exhibía de una manera pontifical.
Por debajo de los susurros
de las noches tropicales
hay un susurro más tenebroso
que la muerte inventa especialmente
para los hombres nórdicos
a los que el trópico
ha llegado a agarrar.
Hubiera sido suficiente
saber que nunca
nunca nunca nunca llegaría
la paz como el sol llega
en las cálidas islas.

Pero había
un infierno negro especial además
donde mujeres negras esperaban acostadas
a un muchacho.

Desnudo en una balsa
podía ver las barracudas
esperando castrarlo
como decían.
Las circunstancias tardan más.

Pero siendo él inglés
aunque no había vivido en Inglaterra
desde que tenía cinco años
nunca regresó
pero miraba siempre impasible
el fin inevitable
sin parpadear —sin doblegarse—
al Ángel de la Muerte
que iba callado a la boca del infierno
a buscar una tarjeta de identificación,
dándole agua a la posteridad
un pasaporte británico
siempre en su bolsillo,
en mula por Costa Rica
comiendo patés de hormigas negras.

Y las damas latinas lo admiraban
y bajo sus sonrisas
se lanzaban los puñales de la desesperación
—a pesar
de tan completa prueba,
hallaban su corazón inglés invulnerable
bajo el rosado acero. El Deber
el ángel
que con el látigo en la mano...

—a lo largo de la tapia del paraíso
donde estaban sentadas y sonreían
y le chasqueaban sus abanicos
a él—

Él no tuvo jamás sino el único hogar
clavándole los ojos en el ojo
impasible
y con paciencia—
sin murmurar, silenciosamente
un desesperado invariable silencio
al inapresurado fin.

William Carlos Williams, incluido en Antología de la poesía norteamericana (Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selec. de Ernesto Cardenal, trad. de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).

Otros poemas de William Carlos Williams


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viernes, 11 de julio de 2025

Poema del día: "Fuga", de Robyn Sarah (Canadá, 1949)


Las mujeres están en camino
al nuevo país. Los hombres observan
desde altas ventanas de oficina
mientras las mujeres se van.
No llegan muy lejos
en un día. Aún las puedes ver
desde altas ventanas de oficina.

Las mujeres están en camino
al nuevo país. Se lo llevan
todo consigo: mantas,
pianos, niños. O lo dejan
todo atrás: gatos,
plantas, niños.
No llegan muy lejos en un día.

Algunas mujeres viajan solas
al nuevo país. Algunas
con un niño, o niños.
Algunas van en parejas o grupos
o en parejas con un niño
o niños. Algunas en un grupo con
gatos, plantas, niños.

No llegan muy lejos en un día.
Han de parar a hacer pan en la carretera
al nuevo país, y compartir
el pan con otras mujeres. Niños
crecen más allá de sus ropas y las ceden
a niños más pequeños. Las mujeres también
ceden ropas, se ponen las unas

los gatos, plantas, niños de las otras, y en la luna llena
nadie recuerda el camino al nuevo país
en el que habrá espacio para todo el mundo y
será verano y los niños cederán
sus ropas y los panecillos subirán
sin levadura y las mujeres habrán llegado
tan lejos que nadie pueda verlas, ni siquiera desde

altas ventanas de oficina.

Robyn Sarah, incluido en Antología de la poesía anglocanadiense contemporánea  (Los libros de la frontera, Barcelona, 1985, selec. y trad. de Bernd Dietz).


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jueves, 10 de julio de 2025

Poema del día: "Ala sangrante", de Umid Najjari (Azerbaiyán, nacido en Irán, 1989)


¡Estaba sentado!
Y estaba forzando a mis ojos a encontrar el cielo.
Cantaba mi pasado a los árboles
Mi nubosidad estaba saltando el puente de mis esperanzas
Estaba cantando por todas las alas
Por el Dios que hizo las alas
Por el mundo bajo las alas

En esta casa
Todo es como un ala sangrante
Todas las almohadas de plumas
…estaba sentado aquí,
¡No había nada aquí!
Solamente
Una paloma cuyo nido es arruinado por el viento.
Hablaba consigo misma…

Umid Najjari, incluido en Revista Kametsa (2 de septiembre de 2021, Perú).

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miércoles, 9 de julio de 2025

Poema del día: "Espacio y tiempo", de Amado Nervo (México, 1870-1919)


                ...Esta cárcel, estos hierros
                en que el alma está metida!
                                       Santa Teresa

Espacio y tiempo, barrotes
de la jaula
en que el ánima, princesa
e n c a n t a d a ,
está hilando, hilando cerca
de las ventanas
de los ojos (las únicas
aberturas por donde
suele asomarse, lánguida).

Espacio y tiempo, barrotes
de la jaula:
ya os romperéis, y acaso
muy pronto, porque cada
mes, hora, instante, os mellan,
¡y el pájaro de oro
acecha una rendija para tender las alas!

La princesa, ladina,
finge hilar, pero aguarda
que se rompa una reja...
En tanto, a las lejanas
estrellas dice: «Amigas,
tendedme vuestra escala
de luz sobre el abismo».

Y las estrellas pálidas
le responden: «Espera,
espera, hermana,
y prevén tus esfuerzos:
¡ya tendemos la escala!».

Amado Nervo en Elevación (1917), incluido en Antología crítica de la poesía modernista hispanoamericana (Ediciones Hiperión, Madrid, 1992, selec. de José Olivio Jiménez).

Otros poemas de Amado Nervo

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martes, 8 de julio de 2025

Poema del día: "La mano que principia en lo alto...", de António Rosa (Portugal, 1924-2013)


La mano que principia en lo alto
el trazo. Rápido
antes de saber, sorpresa y gusto.
Una forma se dice, labio primero,
experiencia de nada, la lengua se eleva
sobre un fondo vago que desliza.

Un hombro se dibuja, perfil del aire.
La fuerza se forma, delicada,
juvenil saeta que se prolonga y dobla
albo de un seno esbozado en blanco abierto.
Se encrespa como un nervio que se tensa, apunta
al círculo lleno que del cuerpo arroja,
el golfo elástico de una cadera al brazo
rasga entre olas libres.

El torso llama en calma, asciende, enciende
la cabeza de suaves venas leves.
Y la boca sobria sin muros se abre al aire,
de un oscuro centro conjugados arcos
se liberan en cadena firme y alta,
sostenidos por una espalda donde se doblan,
y retenidos se elevan nombres nuevos.

El muro interior inflado, toalla de aire,
baila a la distancia de la mano que rige el cuerpo,
red viva de venas sin límites
que altos dedos trémulos conducen
a la clara playa donde se leen líneas.

António Rosa en A construçao do corpo] (1969), incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).

Otros poemas de António Rosa


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lunes, 7 de julio de 2025

Poema del día: "¿De qué serviría asombrarse si no fuera para superar la soledad?", de Alma Braja (Albania, 1974)


I.
“¡No te acerques a esta palabra!”
No es una obra musical.
No brinda ninguna felicidad.
Ni entibia ni enfría.
¡No te acerques a esta palabra!
La tierra no volverá a ser frondosa.
¡Tampoco será azul el cielo!
“Tantos noes”
mas tan cerca de la sorpresa me acomodaba
y detrás de las palabras me escondía.
Así llegué a percibir la luz con mayor claridad,
mientras ascendía palabra por palabra, todas las palabras del universo,
rodeada de un sinfín de “noes”.

II.
Había cisnes a mi alrededor esa mañana.
Era el inicio de la primavera.
Estaban las palabras sumergidas en “noes” etéreos.
“Noes” por todas partes.
Lagos en ninguna.
He aquí lo que estaban buscando los cisnes.
¡Lagos!
Pero ya lo dije.
Cerca de la sorpresa estaba yo,
y palabra por palabra
al igual que las gotas que sabían adónde iban,
todos los “noes” de este universo
se juntaron frente a mí y se volvieron un lago.
En sus aguas estaban los cisnes.
Ya que en cada palabra yacía un “no”
entonces, ya me dirás:
¿De qué serviría asombrarse si no fuera para superar la soledad?

Alma Braja, incluido en Altazor. Revista electrónica de literatura (1ª época, año 4, agosto de 2022, Chile, trad. del inglés de Khédija Gadhoum).

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domingo, 6 de julio de 2025

Poema del día: "En la muerte de un poeta", de Vittoria Aganoor (Italia, 1855-1910)


—¿Dónde está —parecen decir los silencios
del amanecer— él, a quien revelamos nuestros
secretos y le dimos intensos éxtasis?

                                               —¿A dónde
se fue —cantan las golondrinas buscando
camino al cielo de mayo en los serenos
atardeceres— él, a quien sentíamos el alma
venir con nosotros, elevarse con nosotros,
hundirse en el infinito?

                    Y preguntan las rosas:
—¿Dónde está el amado que entendía
nuestro oculto lenguaje?
                                      Y pregunta la tarde:
—El que adoraba el templado olvido que entrego,
¿a dónde huyó?
                           Solo las estrellas (pienso)
guardan silencio con la conciencia alegre.

Vittoria Aganoor en Flores al borde del abismo (2022), incluido en Vallejo & Co. (29 de diciembre de 2020, Perú, trad. de Katherine Medina Rondón
Miguel Urbizagástegui).

Otros poemas de Vittoria Aganoor


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