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martes, 9 de septiembre de 2025

Poema del día: "Caminos del espejo", de Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936-1972)


I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos.
Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi  otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

Alejandra Pizarnik, incluido en Poetas latinoamericanas. Antología crítica  (Escuela de Estudios LiterariosUniversidad del Valle, Colombia, 2009, selec. de Carmiña Navia Velasco).

domingo, 7 de septiembre de 2025

Poema del día: "Trakl y yo", de Concepción Bertone (Argentina, 1947)


Buzo de lo profundo, sumergido
en el diáfano día, en la belleza
antes de la jauría
y de la presa. Ebrio

se quitó la escafandra
en ese punto
de la profundidad
donde el cerebro
se bebe la ilusión
de un aire puro
y se ahoga
saciándose en su sueño.

No le bastaba el agua peregrina
corriendo entre las zarzas. Su destino
era pulir la piedra de lo errado,
lavar sus pies descalzos
lastimados por los viejos zapatos.

Amante del abismo, de la hondura
se hundió hasta la embriaguez
en la locura
lúcida de quien no amó la cacería.
De quien, no fue ni perro, ni fue presa.

Concepción Bertone en Aria da capo (2005), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

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jueves, 7 de agosto de 2025

Poema del día: "Anillos de ceniza", de Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936-1972)

                                        A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

Alejandra Pizarnik, incluido en Poetas latinoamericanas. Antología crítica  (Escuela de Estudios LiterariosUniversidad del Valle, Colombia, 2009, selec. de Carmiña Navia Velasco).

martes, 5 de agosto de 2025

Poema del día: "En la figura de sueño y sangre...", de Niní Bernardello (Argentina, 1940-2020)

En la figura de sueño y sangre, redoblada paciencia
para ver morir lo amado. Desamarrar el paisaje
volviendo la vida a su andar antiguo.
Una ciudad pequeña al borde de un río, lejanas
montañas de tenue azul la amurallan.
Como estampas gigantes, fantasmales caballeros
de un siglo español discuten sentados
alrededor de la plaza principal.
Y el endurecido oro de los libros escolares
se apaga ante la belleza del tiempo recobrado.
Cruce de caminos: la escuela, la plaza, la casa-quinta
y el bar. Y allí
un tablero negro con indicaciones morales.
Suntuosa noche en la diagonal de la plaza.
Un senador romano aspirando el aire de las
magnolias y el caballo del Cid
sobrevolando mi sueño.
El terror del verano incendió mi cuerpo.
Calcinado figurín de historia entre héroes
   ¿qué?
Confín de la literatura, amojosado pan en los
cajones, endurecida tinta.

Mi velocidad es la de las nubes en el cielo
engaño visual.
                        ¿Qué se mueve: la luna o las nubes?
pregunté a mi padre,
                                 y él respondió:
                           poetry, Gedicht, poesía
                           polvo, pobreza, poetry.

Confín anegado, húmedo de la literatura.
Safo en su barca cerca del cine.
Y en el bar de siempre
nuestro hermoso Wilde espera atento.
El Conde Arnaldo detenido en una vertiente
piensa en aquella canción no cantada.
Infame bandera, fuentes de sangre
y camelias.

Cosquín es un bordado azul sobre
los hombros de un Neptuno muerto.

Niní Bernardello en Malfario (1985), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).


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lunes, 30 de junio de 2025

Poema del día: "He construido un jardín como quien hace...", de Diana Bellessi (Argentina, 1946)

He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar en el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos -dejarse ir- para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte.
Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer
gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you
were here amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.

Diana Bellessi en El jardín (1992), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Diana Bellessi

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domingo, 25 de mayo de 2025

Poema del día: "A la espera de la oscuridad", de Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936-1972)

Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.

Alejandra Pizarnik, incluido en Poetas latinoamericanas. Antología crítica  (Escuela de Estudios LiterariosUniversidad del Valle, Colombia, 2009, selec. de Carmiña Navia Velasco).

viernes, 23 de mayo de 2025

Poema del día: "Si así como miramos, fijamente...", de Diana Bellessi (Argentina, 1946)

Si así como miramos, fijamente
enlazado el ojo a la belleza
o al espanto, un detalle cualquiera
encanto del afuera. Así también
nos miráramos. No al otro, al propio.
A nosotros mismos. ¿Lo hallaríamos?
El cerrojo del amor, el sentido

El otro como culpable abre el hueco
de la guerra. Ve amenaza donde amparo

Ay de mí, si no hay el sí, sin el otro

Diana Bellessi en Sur (1998), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Diana Bellessi

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miércoles, 16 de abril de 2025

Poema del día: "San Miguel del Monte", de Diana Bellessi (Argentina, 1946)

Una laguna redonda
como un corazón de plata
¿Podría sentarme aquí,
día tras día en su latir
y esperar palabras nacidas
del rumor al fin?, el suyo, el
propio, acunada yo en sus brazos
y ella en el regazo
acompasado de mi
sentir. Medalla de agua
del verde sin fin. Seguir
sus orillas con el dedo
como quien rodea el borde
de una finísima taza
Fondo inalcanzable salvo
el acompasado latir
donde seré, donde fui
la gloria disuelta del yo
Ay amor, lo que no pude
dar, no supe recibir

Diana Bellessi en Sur (1998), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Diana Bellessi

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sábado, 15 de marzo de 2025

Poema del día: "El Magnificat cae sobre tus nalgas...", de Diana Bellessi (Argentina, 1946)

El Magnificat
cae
sobre tus nalgas

Cabalgo

cubriendo de jugo
la grupa entera

Los pechos duros
y aceitados avasallan

El Magnificat
sale de tu boca

Corre por los canales
de aire líquido
y leche/entre los labios
de la concha
el matorral de pelo azafranado

Magnífica yegua
que me lleva en su salto

Cae
disuelta en mí

me deshace

Magnificat
entre tus brazos

Diana Bellessi en Eroica (1988), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).


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lunes, 10 de febrero de 2025

Poema del día: "Amor", de Teresa Arijón (Argentina, 1960)

No cabía en sus manos, no cabía en sus pies, no cabía en su alma
cuando vino. Como una cebra montaraz, pequeña, como el pelaje de
una oveja descarriada. Como escribir un poema en la mañana fría;
como no escribirlo y dejar que suceda.

Deshizo para siempre el emblema de la memoria e incendió las
tierras alambradas, buscó el néctar pasado entre el humo, y no
encontró nada. Antes de irse, rompió el cántaro y selló la fuente.

Vino y trajo el mundo nuevo, y hablamos de ciudades como
cartas marcadas, de Praga y de Lisboa y del tren que nos
llevaría a Cascais mientras leíamos como si fuéramos un poeta
cetrino y su fantasma. Como si fuéramos la piedra y la honda.
La taza de plata de la que bebe el ogro y la medalla de oro que
luce la ogresa. Lo que oculta y nombra. Lo que nombra y lleva.

Vino como el tumulto salvaje del corazón salvaje, y me hizo conocer
el relámpago y la selva verdadera, y olimos el aire de una gruta donde duermen murciélagos centenarios.
Vino para hacerme tocar el río austero, enemigo y reflejo del cielo.
Vino para nombrar a Héspero, la mirada del vigía en la tormenta,
el filo del cuchillo en la oscuridad de una casa ajena.
Vino para secar el mar amargo, para que la sagrada espesura del bosque vuelva a cerrarse,
para que el lobo rompa su clausura
como quien congela el metal de un candado y lo parte en dos.

                                                                                    (para B.B.)

Teresa Arijón en Poemas y animales sueltos (2005), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Teresa Arijón

martes, 7 de enero de 2025

Poema del día: "Gary Snayder", de Teresa Arijón (Argentina, 1960)

Rastro de conejos,
rastro de ciervos, ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos en la noche helada,
             bajo los pinos,
recitando el poema de Leopardi
con memoria vaga, viendo
las estrellas limpísimas que acaso
anuncian la aurora boreal?
Rastro de osos,
rastro de linces, ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos cuando la nieve quieta cubre los vidrios
y sólo se oye el sonido del cielo,
afuera, lejos?
Rastro de alces,
rastro de nutrias, ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos a la mañana siguiente, en cuclillas,
contemplando el lago donde el zorro se mojó la cola
sólo para demostrarnos que hay cierta verdad
en las palabras?

Teresa Arijón en Poemas y animales sueltos (2005), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Poemas de Gary Snayder en el blog
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Otros poemas de Teresa Arijón


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martes, 3 de diciembre de 2024

Poema del día: "Lawrence Ferlinghetti", de Teresa Arijón (Argentina, 1960)

Dice que envejece y que percibe
que la vida se muerde la cola,
ouroboros en la frágil insistencia de la luz.
Dice que envejece y ya no compite
por el limbo inmortal de las palabras
y que ahora, bajo la piel rugosa y las alas
que el viento abrió en sus ojos,
el único desafío es el cielo.
Dice que envejece y que no ignora
que las puertas se cierran y se abren con rítmico abatimiento.
Que va a leer lo que no sabe en el caparazón de una tortuga,
en la constelación salvaje que alumbra la pampa salvaje, en el sonido que el cielo se traga y devuelve en ecos.
Dice que el poeta es un pescador
para quien el cielo está despejado
aun si está cubierto.

Teresa Arijón en Poemas y animales sueltos (2005), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Poemas de Lawrence Ferlinghetti en el blog

Otros poemas de Teresa Arijón


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jueves, 31 de octubre de 2024

Poema del día: "Malabar 4", de Susana Arévalo (Argentina, 1952)

A la deriva del lenguaje.
Atrapada en mí misma
como si caminara alrededor de un íncubo
como si mi destino no fuera el tuyo
Dédalo: piélago
              ápice
              espejismo.
Guiada por el rumor de la sangre
a tientas
entre glorietas y cenotafios.
Sin relieve
sin sujeto
sin aliento.
Me abrí paso en el mapa del dédalo
en la abrupta geografía de la ficción
en la mazmorra de mi temperamento.
No es poesía lo que aquí se busca
sino lo arcano
el dédalo después de la tormenta
el mascarón de proa
el desdoblado boceto del infierno.
Del comercio con los ángeles
me viene este escozor en los genitales.
La máscara interroga al rostro.
No es poesía lo que aquí se busca sino la busca.
No es poesía lo que aquí se busca es un oráculo.
No es poesía
lo que aquí se busca es un atajo.
Dédalo es mi autobiografía.
Del Pop al Zen
clamo por "la degollación de los epítetos".
Por la regurgitación.
Por el esplendor de la carne.
Por lo que hay en mí de perdurable, Amén.
Al comercio entre lo Moderno y Post
y a sensibilidad tan aviesa
debo tu atribulada geometría.
Ábrete
          entre resuellos y soflamas
                                                   Sésamo.
El pecho escaldado por el romanticismo,
apuraré de un sorbo esta agonía breve.
Moderna Musa de la Inclemencia:
yo te revelaré, yo te escanciaré
un veneno más dulce que tus ascuas.
Los prismáticos apuntan al Apocalipsis.
Mi voto es la indigencia.
Después de la orgía
Después de la pureza
Después de la utopía
Después del después.
Sigilo e indolencia son mis votos.
Galimatías del Verbo.
Coros del Hazmerreír.
Un tubo de píldoras jamás abolirá el azar.
No hay sarcasmo.
El azar azar abolirá.
Si lo he soñado todo.
La carne es triste y ya vi todas las películas.
La dicha es ciega y yo estoy hecha de ojos.

Susana Arévalo en Dédalo (1999), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Susana Arévalo
Bajorrelieves (II)


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domingo, 29 de septiembre de 2024

Poema del día: "Bajorrelieves II", de Susana Arévalo (Argentina, 1952)

Huele a mandrágoras. Ella
es imposible
Un apotegma flota en la penumbra
Se encoge de hombros
carroña y sutileza
Entra, los pies manchados
con sangre
y cuando el dolor vino y el placer vino
y el horror vino. Ella
había huido
escaleras arriba

Susana Arévalo en Libro de anémona (1997), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Susana Arévalo
Malabar (4)


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domingo, 18 de agosto de 2024

Poema del día: "Variaciones de lo rojo con pájaros contra la pena de muerte", de Inés Aráoz (Argentina, 1945)

¡Ay, la terrible belleza roja de la muerte!
De lo que, desde tan lejos, llamamos muerte
ROJO
La piedra que la mano arroja
Rojo al volver la piedra con dos alas de nube rota

También es pájaro el aleteo del sueño
Contra la nube roja que nos desasosiega

También es pájaro la sangre que el ojo vierte
Al cruzar la horqueta

Rojo el desesperado batir de alas
Sobre el corazón del mundo

Rojo el dolor emplumado que mi mano arroja
Roja la piedra que dispersa la blanca fragancia
De la nube

ROJO
La luz del crimen

El estupor rojo

Inés Aráoz en Echazón y otros poemas (2008), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Inés Aráoz


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domingo, 14 de julio de 2024

Poema del día: "Ache efe", de Inés Aráoz (Argentina, 1945)

                                  a Hugo Foguet

I

Es un amor que no puede ser contado.
Es el amado en el centro del poema quizás, y su poder extraño,
ni siquiera sol, ni siquiera Ulises.
Extranjero canto, meridiana y noche; distante y claro, convocando.
Y yo nada, mis cabos sueltos, mi fuerte mirada ya sólo en el amado, en él disuelta,
      yo nada.
No es un amor de pequeñas algarabías. Es una luna en llamas -y
tan sin peso yo en ella- y su cielo un serpentino mar impío que la refleja.
Es un amor que empezó oscuro como un presagio, el pico curvado
del cazador en los sueños de los amantes y la voz oracular e íntima de las cosas sin nombre
calcinándolos.

El amor de dos poetas, solos, en el centro del poema.


II

Por sobre todo estabas vivo cuando morías
    y yo te amaba.
Amé tu pecho seco y la avidez
    de tu boca y de tus palmas.
Recordé el coraje del volatinero
    al tensar la cuerda.
¿Qué es la muerte del amado?
Es el árbol
                 la ceniza
                               el gesto tierno
    de lo cotidiano.
El capullo de la rosa china
    entre las aspas de un molino.
Radiación traviesa del poema
    en la piedra azul que lo refleja.
Alternancia de la luz y de las nubes.
                                                          Es aquello
    que no debe ser nombrado.
                                                La voz
    sin pronunciarse.
                               El tajo
    en el corazón.
                          El mío.

Soy yo la muerte del amado.

Inés Aráoz en Los intersticiales (1986), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Inés Aráoz


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domingo, 9 de junio de 2024

Poema del día: "Un puma ronda...", de María del Rosario Andrada (Argentina, 1954)

Un puma ronda
                          los espacios de mi carne
todo
               es bramido
agitación embrionaria
No puedo ser aún
                         sino el animal que me nace
                         en las palmas
                         en el hambre.

Más allá
              una mosca solar
              trafica
sus huevos.

María del Rosario Andrada en Tatuaron los pájaros (1987), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).


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viernes, 3 de mayo de 2024

Poema del día: "La sopa estaba fría...", de Silvia Álvarez (Argentina, 1956)

La sopa estaba fría
o el mate demasiado caliente
no me acuerdo
pero fueron gritos
como ecos
retumbando en el bosque
(yo salí corriendo hacia el bosque)
que no era más
que un pedazo de tierra con nogales
florcitas violetas en el piso
pisé
pisaba
suerte que no hubo
griterío por la noche
dormí acurrucada a mi muñeca blanca
linternita
pensando en las florcitas
(violetas se llamaban)
que crecían bajo los nogales
no podían dormir
los perros ladraban
y había gemidos
como reconocimientos huraños
matadores
por la mañana corrí al bosque que ya dije
no lo era a desarrugar
las violetas
que había aplastado con mis pies de skipi blanca
y vi el cartel
todavía me acuerdo
que decía: no hay reconstrucción la rueda gira
hacia delante nunca hacia atrás
y me fui corriendo a agarrar bien fuerte la rueda
que había de adorno en el patio
toqué sus rayos
la afirmé contra la tierra
me subí me fregué sobre ella
jugué a que mi cuerpo se ensanchaba y se hacía rueda
y lo vi
juro que lo vi a mi cuerpo
hecho rueda que gira
siempre hacia delante
y a la noche
la sábana no me podía contener de tanto que giraba
y mis patitas peludas y flacas sobresalían
por debajo tomaban frío
se enfermaban
y no pude correr al bosque
porque además era invierno
y en la casa se estaba a salvo
de esas inclemencias
y te vi
juro que te vi
en aquellos días en que me tuvieron guardada
enseñándome de nuevo a caminar
por la casa
llena de agujeros
cuando volví
las violetas se habían secado
y era primavera
ahí supe
que las violetas no florecen en primavera
no en aquella de 1966
y esa noche en mi cama
hubo un revoltijo muy grande
porque la sopa o el mate habían estado fríos o calientes
(de eso no me acuerdo)
y hubo gritos
sordos
que no me dejan dormir

Silvia Álvarez en Déjala correr, déjala correr (1987), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Silvia Álvarez


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jueves, 2 de mayo de 2024

Poema del día: "El gallo ronco 4", de Carlos Latorre (Argentina, 1916-1980)

Ningún plasma revelará su secreto de nido de escorpión, y cuando yo pienso, hay criaturas condenadas a morir. Sin embargo nadie puede pedirle a un hombre que vele la luz de sus dientes.
¿Quién osará detener la ola en mitad de su viaje entre dos océanos, oh Adán, de fuego y estearina?
La voz del misterio obsesiona más que la canción del viejo fonógrafo en la lejana factoría.
No habrá paz para los destructores de mitos.
Tampoco la habrá para los que sellan alianza con la tristeza
y temen indagar porque lo castiga una ley de magistrados y ciegas balanzas.
Es necesario que la duración alcance a comprender el estrago de la rosa,
la sabiduría del primer incesto,
el radiante hervor de un tallo podrido,
la idea fija,
el verdor de la gangrena,
y el gran recinto donde mora el cromosoma y la disolución.
¡Cuántas vidas consagradas a explicarse una única muerte!
En el cuero del nonato,
bajo el orín de la piedra
y aun en la piel del esclavo,
está escrita la infinita cronología:
conmemoraciones del bautismo,
efemérides de la nada...
Anécdotas de espadas, de síncopes, de balas, de tumores, de elefantiasis;
historias de decapitados,
de héroes y de canallas.
Se puede matar o morir con la rapidez de un cortocircuito;
y no hay más gracia para el hombre que la violencia de sus deseos.
Pocos lo saben y sin embargo todos quieren ser los últimos en ocupar el lecho de la ramera
para gozar sus caricias de vendedora de collares en las ferias
hasta que el sol les cierre los ojos sobre el vientre.
(Un hombre sobre un vientre es inmortal).
Y muchos desearían ser los primeros en saber por qué una bala en el corazón nivela el poder de todos los dioses.
Mas un gran miedo de foros y de catástrofes les obliga a repetir las letras del alfabeto,
la suma de los números nones,
los días del año,
las maneras innombrables,
el precio de la sal y del reino de los cielos,
y la cruel desolación de la cifra par en un mismo lecho.
(Hay quienes matan el fervor con la destreza con que un niño sacrifica a un pájaro).

Carlos Latorre, incluido en Poesía surrealista en español (Éditions de la Sirène, París, 2002, ed. de Ángel Pariente).


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