lunes, 6 de mayo de 2024

Poema del día: "Letra humana", de María de Santa Isabel (España, 1613-1665)


Bella pastorcica de oro,
cuyos ojos de esmeralda
desperdician finas perlas
de dos rosas sobre el nácar,

dime qué a llorar te obliga,
que la admiración extraña
el ver triste un cielo hermoso
donde se gozan las almas.

Castiga la que te ofende,
y pues que te adoran tantas,
para que adquieran su gloria,
merezcan, niña, tu gracia.

Baste el llanto, hermoso hechizo,
que a quien envidia la causa,
con fuego de celos, hielas;
con agua de amor, abrasas.

Aqueste campo que honoras,
archivo fiel de tus ansias,
culto a tu deidad ofrece,
primores cede a tu gala.

Pastorcica de perlas,
si el sol y el alba
en tu vista se gozan,
¿qué harán las plantas?

Las flores enamoras
porque al tocarlas
alma les comunica
tu mano blanca.

María de Santa Isabel, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana  (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).

domingo, 5 de mayo de 2024

Poema del día: "Lieds 6", de Marta Mena (Guatemala, 1938)


Lo que más me molesta, es esta náusea
—Sí, amigo Jean Paul, cené contigo—.

La cena ha sido buena, hasta bebimos
lujos de vinos rojos de delirio.

(Una burbuja de Alka-Seltzer surge
de la cabeza de Walt Whitman,
y el viejo por temor de su hígado
se canta a sí mismo y dice:

"Me celebro y me canto a mí mismo",
y un poeta joven cruza la calle
y no le da importancia).

Detrás de un muro, sin que nadie vea,
trato de vomitar sin conseguirlo.

¡Sin vómito la náusea es un martirio!

No sale nada aún, todo está dentro:
en el vientre, en la mente, en las axilas:
están sudando náusea las hormonas
y allá arriba un tal Silvio y otro tal Rolando
se juegan a los dados mi cerebro:
lo parten, lo hieren, descuartizan.

Marta Mena en ¿Dónde estoy? (1966), incluido en Poetisas desmitificadoras guatemaltecas (Tipografía nacional, Guatemala, 1984, ed. de Luz Méndez de la Vega).

Otros poemas de Marta Mena

sábado, 4 de mayo de 2024

Poema del día: "Florecen los almendros en Mallorca...", de Claribel Alegría (Nicaragua, 1924-2018)


Florecen los almendros
en Mallorca
y no estás para verlos.
De mi balcón anoche
los vi fosforecer.
Te llamé por tu nombre,
conjuré tu fantasma,
te perfilé de pétalos caídos
y una ráfaga de aire
te rasgó.

Claribel Alegría, incluido en Poetas latinoamericanas. Antología crítica  (Escuela de Estudios LiterariosUniversidad del Valle, Colombia, 2009, selec. de Carmiña Navia Velasco).

Otros poemas de Claribel Alegría

viernes, 3 de mayo de 2024

Poema del día: "La sopa estaba fría...", de Silvia Álvarez (Argentina, 1956)


La sopa estaba fría
o el mate demasiado caliente
no me acuerdo
pero fueron gritos
como ecos
retumbando en el bosque
(yo salí corriendo hacia el bosque)
que no era más
que un pedazo de tierra con nogales
florcitas violetas en el piso
pisé
pisaba
suerte que no hubo
griterío por la noche
dormí acurrucada a mi muñeca blanca
linternita
pensando en las florcitas
(violetas se llamaban)
que crecían bajo los nogales
no podían dormir
los perros ladraban
y había gemidos
como reconocimientos huraños
matadores
por la mañana corrí al bosque que ya dije
no lo era a desarrugar
las violetas
que había aplastado con mis pies de skipi blanca
y vi el cartel
todavía me acuerdo
que decía: no hay reconstrucción la rueda gira
hacia delante nunca hacia atrás
y me fui corriendo a agarrar bien fuerte la rueda
que había de adorno en el patio
toqué sus rayos
la afirmé contra la tierra
me subí me fregué sobre ella
jugué a que mi cuerpo se ensanchaba y se hacía rueda
y lo vi
juro que lo vi a mi cuerpo
hecho rueda que gira
siempre hacia delante
y a la noche
la sábana no me podía contener de tanto que giraba
y mis patitas peludas y flacas sobresalían
por debajo tomaban frío
se enfermaban
y no pude correr al bosque
porque además era invierno
y en la casa se estaba a salvo
de esas inclemencias
y te vi
juro que te vi
en aquellos días en que me tuvieron guardada
enseñándome de nuevo a caminar
por la casa
llena de agujeros
cuando volví
las violetas se habían secado
y era primavera
ahí supe
que las violetas no florecen en primavera
no en aquella de 1966
y esa noche en mi cama
hubo un revoltijo muy grande
porque la sopa o el mate habían estado fríos o calientes
(de eso no me acuerdo)
y hubo gritos
sordos
que no me dejan dormir

Silvia Álvarez en Déjala correr, déjala correr (1987), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

Otros poemas de Silvia Álvarez

jueves, 2 de mayo de 2024

Poema del día: "El gallo ronco 4", de Carlos Latorre (Argentina, 1916-1980)


Ningún plasma revelará su secreto de nido de escorpión, y cuando yo pienso, hay criaturas condenadas a morir. Sin embargo nadie puede pedirle a un hombre que vele la luz de sus dientes.
¿Quién osará detener la ola en mitad de su viaje entre dos océanos, oh Adán, de fuego y estearina?
La voz del misterio obsesiona más que la canción del viejo fonógrafo en la lejana factoría.
No habrá paz para los destructores de mitos.
Tampoco la habrá para los que sellan alianza con la tristeza
y temen indagar porque lo castiga una ley de magistrados y ciegas balanzas.
Es necesario que la duración alcance a comprender el estrago de la rosa,
la sabiduría del primer incesto,
el radiante hervor de un tallo podrido,
la idea fija,
el verdor de la gangrena,
y el gran recinto donde mora el cromosoma y la disolución.
¡Cuántas vidas consagradas a explicarse una única muerte!
En el cuero del nonato,
bajo el orín de la piedra
y aun en la piel del esclavo,
está escrita la infinita cronología:
conmemoraciones del bautismo,
efemérides de la nada...
Anécdotas de espadas, de síncopes, de balas, de tumores, de elefantiasis;
historias de decapitados,
de héroes y de canallas.
Se puede matar o morir con la rapidez de un cortocircuito;
y no hay más gracia para el hombre que la violencia de sus deseos.
Pocos lo saben y sin embargo todos quieren ser los últimos en ocupar el lecho de la ramera
para gozar sus caricias de vendedora de collares en las ferias
hasta que el sol les cierre los ojos sobre el vientre.
(Un hombre sobre un vientre es inmortal).
Y muchos desearían ser los primeros en saber por qué una bala en el corazón nivela el poder de todos los dioses.
Mas un gran miedo de foros y de catástrofes les obliga a repetir las letras del alfabeto,
la suma de los números nones,
los días del año,
las maneras innombrables,
el precio de la sal y del reino de los cielos,
y la cruel desolación de la cifra par en un mismo lecho.
(Hay quienes matan el fervor con la destreza con que un niño sacrifica a un pájaro).

Carlos Latorre, incluido en Poesía surrealista en español (Éditions de la Sirène, París, 2002, ed. de Ángel Pariente).

miércoles, 1 de mayo de 2024

Poema del día: "El escarabajo", de Alfonso Quijada Urías (El Salvador, 1940)


te debo esta batalla, no así a los que un día me enseñaron a pagar
con otra moneda este oscuro trabajo en que se pierde la memoria,
tú lo sabes por esta caja de pandora, por este tamborcito donde caen las gotas
de algún llover que hace mirar las cosas con un deleite de anfitrión, del que mira desde los ojos de sus bolsillos un mundo pobre, algo así como un niño matador de insectos,
a esa hora de los invernaderos, de las peluquerías, del solipsismo contra lo real
que vive dentro de estas casas,
de la mierda misma que dejaron los abuelos paternos y que nosotros llevamos con desesperación.
Te lo debo, porque un día lleno de amor feudal quisiste enseñarme tus dominios
y hablaste de la razón como de un espejo recién quebrado
y a la hora de comer abrías los ojos, te dabas el lujo de preguntar por mi salud, 
recomendarme luego un viaje al exterior pasando indiscutiblemente por el jardín botánico,
sin darte cuenta o por lo menos tratando de ignorar que el escarabajo se llena de su porquería,
se envuelve mejor dicho y retorna al hoyito como al origen de todos los orígenes.
Si no lo crees podríamos hacer la prueba yéndonos y regresando al mismo sitio,
a esa misma hora en que guardamos los instrumentos de siempre, regresaremos,
aún cuando esa frase gastada de quienes regresan ya no son los mismos, no de estupor, deseos
malsanos, ganas de escupir al suelo, reírnos como locos,
pataleando sobre estos papeles donde muchos vienen a escribir historias falsas, suicidios de muchachos increíbles, la pérdida del pelo, el falso juego del verano, 
esas muchachas en plena entrega, esas muchachas que gritan amor mío con los dientes apretados.
Te debo esta batalla, quizá la última de las primeras esta batalla sin caballos,
sin armas, sin escudos, a pie,
cambiando de sonido y de lugar, haciendo de la vida la mejor coartada para vencer estos dominios del orden,
de las creencias en el más allá, de los confetis arrojados desde el balcón más alto. Porque estás cada vez dentro de lo posible, circundada por todos los temores;
esta batalla te la debo a ti,
esta batalla de llegar al mismo sitio como el escarabajo.

Alfonso Quijada Urías, incluido en Poesía contemporánea de Centroamérica (Los libros de la frontera, Barcelona, 1983, selec. de Roberto Armijo y Rigoberto Paredes).

Otros poemas de Alfonso Quijada Urías

martes, 30 de abril de 2024

Poema del día: "Deshago el apartamento...", de Leila Danziger (Brasil, 1962)


Deshago el apartamento –
            el cuarto de atrás era la patria.

Conservo intacto el recuerdo de los balcones
que se cerraron
antes de mi nacimiento
con divisiones complacientes
permeables al mundo

Todo se escapa
al interior
ventanas-fantasma
insisten en enmarcar
el recuerdo del océano.

Leila Danziger en Ano novo (2016), incluido en Revista Poesía (Venezuela, 31 de octubre de 2021, trad. de Cristina Gutiérrez Leal).