La reina infanta de España murió hace mucho
Cuando mis ancestros colgaron su nombre
Sobre el pecho de su ciudad natal
La plaza durmiendo verde es un recuerdo del pantano
Fósiles de sudor
Manglares bajo un sueño
Levantándose como ramas de humo
Con nidos perdidos orquídeas migrantes epítetos marrones emplumados
La fachada de la iglesia exhibe el nombre de un santo
Que nunca tuvo tiempo para tañer las campanas
Cuando los invasores vinieron a cambiarle el nombre a vuestros hijos
Desviar vuestras calles secar vuestro río
Desenterrar vuestra arcilla cavar vuestra tumba
Vuestras hijas rezan en la oscuridad de cara a una pared marina
Quebrantándose golpeadas por el viento salado y las olas
Los ingenieros gubernamentales se enriquecen mientras vuestros hijos
Beben el día entero a la moda de un héroe de Hollywood
Que sucumbió al cáncer
El tifón voló la escuela
Y los niños juegan para siempre bajo la lluvia
Mientras que allá afuera bajo los cocoteros
Abuelos y abuelas cuentan historias de un parricidio
Una noche de luna cincuenta años atrás
Un padre perdido en medio del mar cuarenta y cinco años atrás
La amante de un sacerdote vestida de rojo en la corte cuarenta y tres años atrás
Y las cabezas de los guerrilleros
Pendiendo de un árbol devoradas por los cuervos
Hoy exactamente cuarenta años atrás
Mañana cumplirás cien años
Yo dibujo tus venas en un monumento al sueño
Escucho un canto oscilante en la hamaca ancestral
Y a lo lejos en Babuyan y Pita, la montañas levantan el sol sobre el camino ensangrentado
Por mi gente hambrienta que recoge la sal
De los vientos del bosque
Bajo una cortina de redes de pescadores en Napunit
Adornada con alas
Una horda diurna de libélulas
Luciérnagas brillando antes del amanecer
Veo mi rostro desplegarse como una bandera.
Herminio S. Beltrán Jr., incluido en Lo último de Filipinas. Antología poética (Huerga y Fierro editores, Madrid, 2001, selec. de Jaime B. Rosa, trad. de Ellyde Maestre).
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