Espino helado,
norte gris, colina blanca.
El invierno envuelve
los juncos, los ríos. Todo
está detenido.
¿Quién ha regresado
en la cruda estación
a la tierra natal?
El fuego ardía
aquí. Bajo la tierra helada
y la blanca escarcha,
aquí estaba el hogar.
De todos los hijos
perdidos solo yo logré
regresar. ¡No lo elegí
yo! Yo elegí cantar.
El papel de la alondra,
del bardo. El ala, la voz,
deben bajar, detenerse.
La alondra a la tierra,
yo al hogar
bajo la colina helada.
Mi sangre no es la de un noble
sino la de un siervo
ligado a la tierra.
Detente. Detente.
El viento del invierno
envuelve el ojo, la mano.
¿Quién recordará?
La tierra natal,
la tierra conyugal,
la casa del verano.
¿Quién alabará
el trabajo, la bondad,
la mesa puesta,
el hogar de piedra?
En los días fríos
de finales de diciembre
en el muerto Rheged
solo quedo yo.
El viento del invierno
envuelve la mano, la lengua.
Las canciones se cantan.
No arde ningún fuego.
Pero regreso
a la tierra invernal
tras haber elegido
el arte tosco,
el vínculo de las cosas,
de la piedra, la tierra
Estoy obligada a quedarme
bajo el espino
helado, junto al hogar
apagado, y cantar.
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