Desperté en la playa aquel año
mi raquítico
cuerpo de pájaro.
Me asusté del amado que yacía a mi lado.
Todo de arena.
Me puse despacio a enterrarlo.
No ofreció resistencia
me corrí varias veces pero por completo
inapropiada me sentía entretanto
sola.
Llamé a los animales y los niños:
excavaron conmigo, mecánicamente o
resueltos algunos por una vocación interior.
Hallamos muchas cosas, objetos, sustancias,
lo más sucio y también una palabra
temblando apenas, atascada entre el cerebro de la arena.
La sostuve entre los dedos
hicimos un círculo y examinamos la palabra
que se encontraba todavía en un estado primitivo.
Aún no la habían pronunciado, informe pero casi
podíamos palparla de manera sensorial.
Tomé sus manos, y tanto como pudimos, mientras, todos juntos
empezamos a pronunciar la palabra
que él escondió tan profundamente y en un estado fundamental primitivo
dentro de él.
Y la fuimos repitiendo despacio y los perros que ladraban
ayudándonos y el viento soplaba sin cesar
sus ojos empezaron a brillar y
entonces por fin despertó.
Marije Langelaar en Vonkt (2017), incluido en Vallejo & Co. (14 de septiembre de 2021, Perú, trad. de Daniela Martín Hidalgo).
Otros poemas de Marije Langelaar
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: