La piel de la vaca negra está tendida,
tendida sin ser puesta a secar,
tendida en la sombra séptupla.
¿Pero quién ha matado a la vaca negra,
muerta sin haber mugido,
muerta sin haber bramado,
muerta sin haber sido perseguida
por esta pradera florecida de estrellas?
Hela aquí que yace en mitad del cielo.
Tendida está la piel
sobre la caja de resonancia del viento
que esculpen los espíritus del sueño.
Y el tambor está listo
cuando se coronan de gladiolos
los cuernos del becerro recién nacido
que salta,
y pasta las yerbas de las colinas.
Allí resonará
y sus encantamientos se volverán sueños
hasta el momento en que la vaca negra resucite,
blanca y rosa,
ante un río de luz.
Jean-Joseph Rabearivelo en Traduit de la nuit (1935), incluido en Diwan africano. Poetas de expresión francesa (Editorial Arte y literatura, La Habana, 1988, selec. y trad. de Rogelio Martínez Furé).
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