Un hombre que tenía seis heridas mortales,
hombre violento y célebre, avanzó entre los muertos;
lucían ojos entre las ramas e íbanse.
Ciertos amortajados, que hablaban entre ellos,
llegaban y se iban. El se apoyó en un árbol
para reflexionar sobre heridas y sangre.
Uno que parecía tener autoridad
entre los seres pajariles vino,
y un manojo de lino dejó caer. Grupos de dos y tres amortajados
llegaron arrastrándose donde el hombre se hallaba
y entonces dijo el que llevaba el lino:
“Tu vida puede ser más dulce si lo quieres.
Nuestras leyes antiguas obedece, y adereza
la mortaja; a causa de lo que conocemos
el ruido de estas armas nos asusta.
Enhebremos agujas; cuanto hagamos
hagámoslo a la vez”. Hecho esto, el hombre
recogió el lino y comenzó a coser.
“Ahora cantemos lo mejor posible,
pero antes tú sabrás nuestro carácter;
todos convictos en la cobardía, matados por los nuestros
o sacados de casa y muriendo de miedo”.
Cantaron, mas sin sones humanos ni palabras,
aunque todo seguía como antes.
Cambiaron sus gargantas y tenían las gargantas de pájaros.
William B. Yeats, incluido en Antología de poetas ingleses modernos (Editorial Gredos, Madrid, 1963, trad. de Jaume Ferrán).
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¡La violencia como un signo actual, desde Yeats!
ResponderEliminarMuy actual, si.
EliminarEstremecedor.
ResponderEliminarCompletamente, un clásico irlandés.
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