Sería mejor para el mundo
que yo no apareciera en mis Obras.
Alguien que sentía algo parecido cogió un cuchillo
y se cortó la oreja poseído por la tristeza.
A pesar de todo lo que con tanto esfuerzo había pintado,
era incapaz de encontrar la paz.
Lo torturaba algo como un crimen
que no conseguía callar,
porque hay algo en nosotros que quiere fundirse
con todo lo perceptible y lo imperceptible.
No podemos borrar nuestras huellas
y luchamos por un período de gracia
para demostrar nuestra inocencia.
Mas, al mismo tiempo, nadie nos acusa.
No les importamos ni a los dioses ni a los ancianos.
Vivimos de la megalomanía
que mostramos ante el juicio del mundo,
ante el cual se justifica toda palabra.
Y se ve cada pincelada.
Y con alguno se demuestra: que no se ha equivocado.
Eva Strittmatter, incluido en Arquitrave (nº 66, enero-marzo de 2017, Colombia).
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