atravesaba las paredes
telefoneaba a la lluvia
y le pedía que cayese
en el rincón oriental de mi jardín
yo era mago
agujereaba el hierro soplando
amontonaba lágrimas hasta la estrella polar
yo era mago
las manos me olían a conejo
hacía juegos malabares con el Monte Everest
conduje una pesada locomotora de vapor sobre
el terso lago del bosque
yo era mago
me condenaron por el asesinato de siete colegialas
estoy detrás de ustedes y me río para mis adentros
cuando visitan mi tumba
Bruno K. Öijer en Giljotin (1981), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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