somos pequeñas gotas que caen en la tierra
desde un cielo ladeado en sus extremos.
Y para el ojo de los seres queridos
brillan los paneles de los satélites.
No sé explicarlo: es un candado de luz
ahogando la materia oscura.
Marcelo Daniel Díaz en Newton y yo (2011), incluido en Penúltimos 33 poetas de Argentina (UNAM, México, 2014, selec. de Ezequiel Zaidenwerg).
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Catamarán, La mañana, Satélites
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Satélites en cualquier caso. Me gusta el poema, acaricia calor humano.
ResponderEliminarEl calor de lo cercano.
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