Allá en un reino junto al mar turquí,
Vivía una muchacha, cuyo nombre
Os daré a conocer; Annabel Lee,
La cual sólo gozaba con la idea
De ser amada y de vivir por mí.
Yo era un chiquillo y ella una chiquilla
En ese reino junto al mar turquí;
Mas ¡con qué amor inmenso nos queríamos
Yo y mi bella amiguita Annabel Lee!
Con un amor que hasta los serafines
Nos envidiaban, a ella como a mí.
Y esa fue la razón de que hace tiempo,
En ese reino junto al mar turquí,
Soplara el viento de una nube helando
A mi bella adorada Annabel Lee;
Que sus padres de origen noble fueran
A buscarla, quitáranmela a mí,
Y fueran a enterrarla en un sepulcro,
Allá en un reino junto al mar turquí.
Ángeles, menos faustos en el cielo,
Nos envidiaban, a ella como a mí,
Y esa fue la razón –todos lo saben,
En ese reino junto al mar turquí–,
Por la cual salió el viento de esa nube
Que heló y mató a mi bella Annabel Lee.
Pero fue más inmenso el amor nuestro,
Que el de aquellos, más graves que yo fui,
Que el de aquellos, más listos que yo fui,
Y ni los serafines en el cielo
Ni los demonios en el mar turquí,
Podrán mi alma separar del alma
De mi bella adorada Annabel Lee
Que no brilla la luna sin traerme
Los sueños de la bella Annabel Lee,
Y las estrellas no aparecen nunca
Sin la mirada fiel de Annabel Lee,
Y así, durante el flujo y el reflujo,
Duermo junto a mi esposa Annabel Lee,
En el triste sepulcro abandonado,
En nuestra tumba, allá en el mar turquí.
Edgar Allan Poe en Poemas (Fundación editorial El perro y la rana, Caracas, 2017, trad. de Fernando Maristany).
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La pérdida del amor invoca a la muerte.
ResponderEliminarPoe el tenebroso.
EliminarA mí, me parece muy bello.
ResponderEliminarY lo es, sin duda.
EliminarImposible resistirse a que resuene en la cabeza la canción de Radio Futura, adaptación menos elevada pero mucho más musical.
ResponderEliminarSi, siempre se va a meter en la cabeza relacionada con este poema.
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