Veía el interior de una habitación con forma de ataúd.
Tropecé con un escalón
en un piso fuera de la cuenta.
*
Tenía que ser un milagro. Fue un milagro.
Me agarré a una viga enmohecida...
(Había un clavo en ella,
como en los brazos de una cruz.) Salí entero.
*
Pero me llevé sólo medio corazón, nada más.
¿Y de la alegría?... Sólo una huella.
Pasé junto a la muchedumbre, como en un mercado de reses.
El mundo me pareció repugnante...
*
Hoy tengo que ir a casa de la baronesa.
¡Recibe de manera tan hermosa,
sentada en un sofá de raso!
¿Qué? Le diré...
...Se romperá el espejo,
los candelabros se inclinarán ante el realismo,
y los loros pintados
a lo largo del plafón
gritarán de pico en pico: «¡Socialismo!».
*
Así pues: me sentaré con el sombrero
en la mano; después me lo pondré,
y regresaré en silencio como un fariseo.
Se terminó la fiesta.
Cyprian Norwid, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
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alegoría a una esperanza? o la oda a la desesperanza?
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