Ven, Dios. Acércate. Quisiera hablarte humanamente hoy.
No te parezca osada
esta inversión de términos. Debiera ser mi paso
en tu sendero, pero esta niebla pertinaz que gira...
Pero acércate. Llega hasta mí. Tú puedes.
Mírame
investida de Ti
y tiritando siempre por la vida.
Pero acércate aún más, penetra, sí, aquí,
donde tuve algún tiempo corazón,
hoy ya materia orgánica, que late, ¿para qué?
-tus designios, ¡oh Dios!-,
para seguir en pie y apuñalándote.
Pero mira, mira despacio el filo que te hiendo.
Está húmedo y rojo. Acaso
ya atravesó mis venas antes que tu costado.
Si Tú quisieras, Dios.
Si alargaras los brazos un poquito,
no sería tan fácil...
Con tu mano piadosa
-que yo sé que es piadosa, aunque las gentes digan... esas gentes
que al parecer vocean y te escupen-
podrías alcanzar esta cuchilla
amarga
que nos hiere a los dos.
María Elvira Lacaci, incluido en Dios en la poesía actual (Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1970, ed. de Ernestina de Champourcin).
Otros poemas de María Elvira Lacaci
Dios soñado, En el jardincillo, La cuchilla, Las cosas viejas, La palabra
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¿a los dos? a ella y a dios, a ella y al amante. El amor divino duele, el amor humano mata...me recuerda a San Juan de la Cruz...
ResponderEliminarSí, nosotros también podemos herir a Dios, mal pensado.
EliminarTantísimo ha influido Juan de la Cruz en nuestra poesía, sí.
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