En la feroz verbena de la España de entonces
dinamitas al mundo con miles de cohetes
que braman y que estallan
como toros que escapan de la estafa del ruedo.
Rompes el arco iris y vuelves a inventarlo
en un cielo más cierto,
en un cielo que es palio de esclavos y de muertos.
Homero de la luz, pones luto a la guerra.
Rebelde sinfonía, brava luz solitaria
que salta a la torera a la belleza
y el salto se hace dardo
que penetra y fecunda a la color del tiempo.
Don Paco, el de los toros,
toro tú de guisando
derritiendo la piedra con la luz de tu fuego.
Don Francisco de Goya, carrusel de osadías,
lúcido azogue de espejos cortesanos,
de lunas embotadas por turbios lametones
de perrunas casacas y alientos alfombrados.
Ves volar cual pelele al pueblo del que vuelas,
quizá tu autoretrato,
mas no caerá el pelele.
Y cuando lo sustente su dignidad violada
se habrá engoyado el mundo por el que tú clamabas.
Pedro Beltrán en Burro de noria (Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 2002).
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