Cuando arden en el sol a fuego lento
Las parcelas al rojo,
En donde la cuadrilla sudorosa
Se afana en su tarea,
Una muchacha arroja su azadón
Y se descuelga de la espalda
A su hijo atormentado por las moscas.
Se lo lleva hasta el círculo de sombra
Que forman los espinos,
Púrpura de la sangre de los tábanos,
Mientras sus uñas afiladas,
Maestras en caricias lentas,
Se hunden en su pelo con agudos
Piñoneos eléctricos.
Su boca adormilada pegada al pezón duro
Tira como un cachorro, gruñendo mientras mama;
A través de los frágiles
Nervios del niño, ella se estremece
En sus propias profundas languideces
Igual que un ancho río que suspira entre juncos.
Pero en esa corriente soñolienta
Bebe la carne de él un ardor viejo
Incontenible e insaciable;
La fiereza domada de las tribus vencidas,
La hosca dignidad de su derrota.
El cuerpo de ella sobre el de él se yergue
Igual que una colina a cuya sombra
Una aldea reposa,
O como la primera terrible nube inmóvil
Que trae en su seno la cosecha próxima.
Roy Campbell, incluido en Antología de poetas ingleses modernos (Editorial Gredos, Madrid, 1963, trad. de Aquilino Duque).
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