Los infinitos cielos clavan los ojos
en su rostro absoluto y ciego
Y la brisa besa ahora su boca
Que nunca más nadie ha de besar.
Tiene aún dos manos cóncavas
de posesión de impulso de promesa
De sus hombros se desprende una espera
que dividida en la tarde se dispersa.
Y la luz, las horas, las colinas
Son como llanto, en torno a su rostro
Porque él fue jugado y fue perdido
y en el cielo pasan aves repentinas.
Sophia de Mello Breyner Andresen en Mar novo (1958), incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).
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