El río sensible como cuello de mujer al peso de las joyas nocturnas.
El lujo terrenal de las tinieblas sobre los muros vegetales.
La inclinada mitad de la tierra que se ilumina al paso de una pantera.
La luna de encrespadas cañas en las heladas orillas fluviales.
La melancólica continuidad de las horas
desplegadas con silencioso impacto en la distancia.
Los lechos murmurantes de la luz en el follaje último del cielo.
El país amurallado por el lápiz tenaz de los planetas.
La habitación, los alimentos henchidos de una mortal palidez.
La mano que gira las invisibles poleas del sueño.
La pluma donde no corre sino la sombra del mundo.
El ojo humano, el frío humano, la captación del olvido.
Javier Sologuren, incluido en Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000) (Galaxia Gutenberg Círculo de lectores, Barcelona, 2002, selecc. de Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, Blanca Varela y José Ángel Valente).
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Los lechos murmurantes de la luz en el follaje último del cielo.
ResponderEliminarEl país amurallado por el lápiz tenaz de los planetas.
La habitación, los alimentos henchidos de una mortal palidez.
Nadie escribe por solo plasmar en las tinieblas
donde el papel da la posibilidad de una quimera
y la magia del talento trasciende las esferas de ese Cosmo
para ser literalmente una expresión sincera
nada presuntuosa, solo una voz con sonido en las letras
Mas de uno quiere conquistar, lo que esta reservado
a esos profetas... Lo se, pues si hay algo de lo cual
me jacto, es poder haber observado ese trazo
en las manos de un Maestro y que tomando ese Baculo imaginario
me haya preguntado y solicitado una opinión.
Si hay un Dios y sus guardianes rutinarios
ese momento como otros, donde la puesta a prueba
viene con todos los misterios, supe mimetizarme
con la ignorancia y decir solo sugiero, pues aprendo del que sabe
y se distingue por Maestro.
Ramón Santos Peñalva- El Teyú
Analista-Period.Independ-Inv en Ciencias
Interesante aportación, un abrazo 🤗
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