Toma mi mano. Somos dos en esta cueva.
Lo que oyes es agua; la habrás de oír por siempre.
Lo que pisas es roca. Yo ya he estado aquí antes.
La gente viene aquí a nacer, hallar, besar,
soñar, cavar y asesinar. Cuidado con el lodo.
Llega el verano soplando en escasez de caballos y rosas;
suena el otoño a sonido cortándose; el invierno
introduce su manga vacía hasta la oscuridad de tu garganta.
Distinguirás un sapo de un diamante, el puño de la palma,
amor de los sudores del amor, la caída del vuelo.
Hay un millar de desviaciones. Yo ya he estado aquí antes.
Una vez seguí el hilo que soltara una voz,
y al regreso mis uñas se habían convertido en garras.
Una vez me caí a un precipicio. Una vez hallé oro.
Una vez tropecé con un crimen, las partes delgadas de una chica.
Sigue de largo, sigue caminando, que las hachas están sobre nosotros.
Cuidado con los rayos y burbujas de luz ocasionales,
con cumpleaños tuyos e identificaciones: tú mismo, alguien más.
Cuidado con el lodo. Presta oído a campanas, pordioseros.
Una cosa con alas se impactó enloquecida en mi pecho, una vez.
Somos dos aquí. Tócame.
Lisel Mueller, incluido en Periódico de poesía (3 de febrero de 2020, UNAM, México, versión de Hernán Bravo Varela).
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