al piso
y su sombra cayó gris sobre el empapelado del vestíbulo,
se quitó la chaqueta de ante,
comió una ensalada de pollo con estragón y pepinillos,
luego se quitó camisa, pantalón y calzoncillos,
se tumbó después encima de la señora
mientras ella estaba debajo,
luego permaneció así una cierta cantidad de segundos
sobre una colcha de algodón sucio.
Poco después abandona el piso
y se oye arrancar un coche — es un Saab Turbo.
Él se había ido, ella lloró,
mientras la araña desde su ángulo
no entendía aquello en absoluto.
El hombre parecía haber estado allí un rato como de prestado—
algo se ha llevado de allí:
Una copia de un hombre que se va
pero deja el negativo—
la imagen que la señora tiene
del hombre
en la única vida.
La araña vio el proceso como se ha descrito.
Y no le pareció en absoluto natural.
Bodil Malmsten en Damen, det brinner (1984), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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