Tú siempre estarás bronceada desnuda
siempre hará calor como por el día
en plena noche, un agosto cálido, cielo estrellado, luna.
Yo siempre vendré hasta ti
en cualquier coche viejo.
Gritaré.
Tú siempre me echarás la llave.
ELLA NO DIJO:
Estoy helada.
Quiero el jersey de lana de cordero, el azul claro
tengo un frío tan crudo bajo la piel
porque ahí debajo no tengo piel.
ÉL DIJO:
Pronto será de día, un amanecer nublado
el día se acerca con las hojas frescas
entremos juntos por entre los abedules
metámonos en el abeto.
ELLA NO DIJO:
Es tarde
y la luna comienza realmente a palidecer.
El cielo vibra sobre ciudades y plazas.
Todo está vendido aquí abajo en la tierra
cúbreme
apágame
es noche en mis manos.
Ella no dijo
nada.
Él oyó
entre líneas.
Se volvió de espaldas
y se puso la ropa.
Le dio un beso
y salió del piso a toda velocidad.
Se fue a su casa
con su esposa y la continuidad.
Bodil Malmsten en Damen, det brinner (1984), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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