será necesario que responda el destino,
será necesario que se disipe la noche,
será necesario que se rompan las cadenas.
Quien no acepte el anhelo de vivir
se evaporará en el aire de la vida, desvaneciéndose.
¡Malhaya aquel a quien la vida no privó
de la bofetada de la nada victoriosa!
Así me dijeron todas las cosas creadas,
así me habló su alma escondida.
Rugió el viento entre los desfiladeros,
en la cumbre de las montañas, bajo los árboles:
—Cuando me lanzo a un objetivo
cabalgo en el deseo y olvido la prudencia:
no esquivo la dureza de los senderos
ni la llama de fuego incandescente.
Quien no gusta escalar las montañas
vive siempre en agujeros.
La sangre de la juventud gritó en mi corazón
y en mi pecho rugieron otros vientos...
Bajé los ojos en silencio, atento al fragor de los truenos,
al rugido del viento, a la caída de la lluvia.
—¡Madre! ¿Odias a los hombres?,
pregunté a la tierra. Y ella me respondió:
—Bendigo a los ambiciosos
y a quienes gustan afrontar el peligro.
Maldigo a quien no avanza con el tiempo
y se contenta en vivir como las piedras.
El Universo está vivo, ama a la vida,
desprecia a los muertos, por grandes que sean.
El horizonte no se cubre con pájaros muertos
ni las abejas besan las flores marchitas.
Si no fuera por mi amoroso corazón de madre
no se cerrarían las fosas de aquellos muertos.
¡Malhaya aquel a quien la vida no privó
de la maldición de la nada victoriosa!
Abu l-Qasim al-Shabbi, incluido en Antología de poesía árabe contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1972, ed. y trad. de Leonor Martínez Martín).
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Que hermoso poema, de esperanza, fortaleza, esa lucha constante en que siempre ay que ser León nunca bajar los brazos, "ni las abejas besan las flores marchitas".
ResponderEliminarDejar atrás el dolor y avanzar.
Mucho entusiasmo juvenil.
EliminarMe gustó mucho
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.
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