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El dolor no nos sigue: camina adelante.
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A veces, de noche, enciendo una luz, para no ver.
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Veía yo un hombre muerto. Y yo era pequeño, pequeño, pequeño... ¡Dios mío, qué grande es un hombre muerto!
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Una cosa bella es dos cosas: bello y cosa. Y las dos cosas nunca se dan juntas.
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Soy un habitante, pero ¿de dónde?
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Hace mucho que no pido nada al cielo y aún no han bajado mis brazos.
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Otra vez no quisiera nada. Ni una madre quisiera otra vez.
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Yo también tuve un verano y me quemé en su nombre.
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Te deben la vida y una caja de fósforos y quieren pagarte una caja de fósforos, porque no quieren deberte una caja de fósforos.
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No, no es nada, nada. Es sólo dolor.
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Palabras que me dijeron en otros tiempos, las oigo hoy.
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Nada más que un infinito de esperas y el fin de un infinito de esperas. Nada más.
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Mi nombre, más que llamarme, me recuerda mi nombre.
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A veces necesito la luz de un fósforo para alumbrar las estrellas.
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Quien ha hecho mil cosas y quien no ha hecho ninguna, sienten iguales deseos: hacer una cosa.
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Una flor y un infinito de puñales. Y sólo una flor mata. Está de más un infinito de puñales.Antonio Porchia, incluido en Antología de la poesía surrealista latinoamericana (Editorial Galache, México, 1974, ed. de Stefan Baciu).
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Me encanto, algunas divertidas pero ciertas
ResponderEliminarSi, muy de la vida todo.
EliminarQue poeta de altos vuelos, este si le gano un espacio a todo lo blanco, para dejar por siempre sus sentencias!!!huemac.
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