Acabo de ver al desengaño
con sombrero de copa chaleco blanco y pantalón rayado
y no le he saludado.
A cada encuentro disimula nuevas desolladuras
pero tarde o temprano se rehace del daño.
Aunque yo me río en las barbas de esa pobre señora Tarde-O-Temprano
Porque
Ya
están libres de todos los pájaros los niños del verano desatado
la hierba se mueve la tierra dispuesta en mil pliegues
las calles ondulan
y los tranvías llenos de viento tienen todos los tubos sordos
y yo te nombro a mi novia de trece años
mi aliento en el ojo de buey de mi navío mi presa de corsario
te llamo y hago más falsos lazos en tu pelo amarillo
por encima de las casas las ciudades
y a través de los chillidos de las aves
y tú te dejas hacer.
Un día de éstos volveré al Parque Zoológico
y me presentaré a ti una vez más expoliado
y bajaremos juntos las escalinatas
con sus piedras contentas a acariciar los leones
riendo a carcajadas como si los viéramos
al señor Desengaño y a la señora Tarde-O-Temprano.
Y cuando se acerquen (porque se acercarán)
los conjuraremos con nuevos y exagerados aspavientos.
Hugo Claus, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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