soy el fantasma un proyecto
instalado en un oscuro nicho
aquí falta algo musita
la joya que de vuelta
del sarao le he sacado el brillo
soy el espantajo una mirada
sobre el huevo relleno de tristeza mía
y el pájaro que deja caer del nido
y estrellarse a su cría (instinto de su especie)
y que nació no obstante con mirada dulce
soy el gran caos que sigue a los incendios
soy la vajilla que aún gotea
y que aún caliente humea y soy un retorcer de manos
y una bebida amarga en una noche húmeda
soy el enfriamiento que sigue al gran incendio
soy el déspota pálido en el alba
con el reloj que atrasa y el corazón que se adelanta
a la sentencia de muerte que luego firmará
yo soy su perro aúllo
si husmeo carne humana
pero llevo ya muchos años privado de este gusto
soy la muchacha que en recuerdos
encuentro en la floresta colinada
le hablo tan suave como la brisa del estío
lo hace al convaleciente
está muy pálida está igual que un recuerdo
soy la voz que no da voz alguna
a lo que ya tiene una voz
pero que pone en el silencio doloroso
la imagen milagrosa de una sola palabra
y cuando se ha curado ya de toda angustia
sabe lo que con todo esto he dicho
el poema es un amuleto
Lucebert, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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