Dormía en el campo de batalla, rota la frente.
A su alrededor aullaban los lobos y el viento
y sus compañeros le besaban respetuosos
y se deslizaba
de la luz del sol una promesa
que nos llenaba de optimismo, y saludábamos a la mañana
con los pies que arrastran las sandalias
y la tierra se estremeció en un terrible golpe.
Llamaron a nuestra puerta
y apareció quien anunciaba la muerte de mi padre.
Era un amanecer lleno de angustia,
de lluvia, frío y niebla,
y los truenos retumbaban.
Un gato maullaba aterrorizado por los truenos,
y los perros aullaban.
Caía la lluvia, el frío y la niebla
y trajimos un recipiente de piedra,
y lo llenamos de tierra y de madera,
y nos sentamos
a comer el pan seco,
y nos reímos de una broma
que mi anciano abuelo decía.
Y la tierra se estremeció en un terrible golpe.
Llamaron a nuestra puerta
y apareció quien anunciaba la muerte de mi padre...
El viento cubría mi ventana
en mi atardecer
y recordé a mi padre,
y se quejaba mi madre de su enfermedad
cierto amanecer,
y recordé a mi padre.
Hirió el perro a mi hermano
cuando en el campo estaba cuidando el rebaño
y lloramos
cuando gritó:
«¡Padre mío!»
Era un amanecer lleno de angustia
cuando llegó quien anunciaba la muerte de mi padre.
Murió en el campo de batalla, con la frente rota.
Salah Abdel Sabour, incluido en Antología de poesía árabe contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1972, ed. y trad. de Leonor Martínez Martín).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: