Luna llena, una lluvia copiosa e incesante;
de ella soy preso, pero mi corazón allí se queda,
y siento que mi potro, por lo pesado del viaje, remolonea,
pues si el corazón de su jinete no fuera presa
de tanta confusión, no se azoraría la montura.
Es como si la tierra y las ciudades estuvieran yermas
y sus moradas dejadas de sus cálidos habitantes.
Soy como el guijarro, incesantemente lanzado a los cielos:
Me elevo por los aires y vuelvo a desplomarme.
Abu Firas al-Hamdani, incluido en Treinta poemas árabes en su contexto (Ediciones Hiperión, Madrid, 2006, selec. y trad. de Jaime Sánchez Ratia).
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