miércoles, 23 de septiembre de 2009

Poema del día: "A través del vidrio", de Harold Alvarado Tenorio (Colombia, 1945)

Un río.

Inmensas montañas, nubes paseantes
de vibraciones, el verde, el gris y el azul.
Ciudades, cúpulas, ventanas ancianas
de mirar el paso del hombre.
Ojos de joven, cuerpos de jóvenes
sobre las modernas esteras.
El mar Caribe, el verde fuerte,
cúpulas, miserias, soledades.

En cualquier plaza
dos muchachos se miran
más allá del corazón
los brazos y las ingles.
En cualquier cuarto
un cuerpo se une a otro
para permanecer.

Se abren los vestidos, se entienden
las señas más pobres
sin saber qué desean
si buscan la carne o la amistad
sin la soledad del mundo.
Cuerpos donde la limpieza no importa
ni el agua ni el perfume es necesario.
El cuerpo pide siempre más allá del olfato,
de la pintura del rostro,
los ojos piden más que cualquier mano,
el falo y la vagina saben un lenguaje
más fuerte, más severo, más exigente.

Antepasados
lejanísimos parientes
flotando en balsas de oro
que son un sueño trayendo la desgracia.
Sin saber nada construyeron el dolor,
la derrota, el fuego
quemando los pies.

Formas de pájaros, picos de pájaros,
pieles de pájaros,
rostros de rabia, arrugados,
mostrando los dientes invisibles.
Estelares cabezas cargadas de pepitas de brillo
aretes perforando la respiración, aretes más
pequeños que la oreja herida.
Allí donde estuvieron,
un muchacho juega con su perro.
Miran los dos, amo y amado,
una bola de cuero detenida en el aire azul.

O éstas, vestidas con la herencia
de lana traída de Rúan,
la hija de la mano, el niño
en la cadera y el viento
meciendo sus cabellos.
Pobrezas, bellos rostros, balcones, balcones,
esquinas de memoria.

Le viste
entrada en la mañana.
El sucio bar, los borrachos hambrientos.
Bastó la frase aquella, no te vayas,
y el cuerpo se entregaba a los placeres.
Ni alma ni moral ni condiciones
nosotros nos sabíamos vistos
conocíamos las caderas, el beso agradable,
la deliciosa oreja, las piernas
altas dejando el sitio libre
donde un cuerpo se sabe acariciado.

Tierra nuestra
trabajada para nada y para pocos,
ríos y puertos inundados de sol,
miseria de los trajes miseria de los pies,
ríos como puñales hiriendo la tierra.
Sonrientes, pensativos Yaunas pacientes,
laboriosos,
levantando sus casas tejiendo sus miserias con
fibras vegetales
orquídeas, dátil rojo, hojas de la victoria que
sólo veis vosotros
monos nocturnos, osos hormigueros, garzones,
tigres, boas,
tortugas pensativas, chigüiros -semejantes del
mundo de los dientes-
Tierra que nada deja
y sin embargo el sexo.

En un principio innecesario hablas de ti,
vena de la lengua que no para
miseria del ombligo que no cesa el ritmo de la
vida,
corazón, bellota del seso,
hablas de ti,
ya que no eres.

Harold Alvarado Tenorio en Ultrajes (1965-2005) (Arquitrave Editores, Bogotá, 2007).

Otros poemas de Harold Alvarado Tenorio y artículos sobre su obra
A través del vidrioDiosesUlandstrasse 99
*Artículo de Francisca Noguerol sobre su obra

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4 comentarios:

  1. Más caribeño que Nicolás Guillén, que ya es decir, jajaja.

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  2. Harold es el mejor poeta de Colombia y se atreve a mantener enhiesto su criterio... Razón tienen los mediocres que lo odian: la corrección política es la forma más vil de la hipocresía.

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  3. Desde luego, los que publicamos aquí me parecen muy buenos, al menos en mi criterio.

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