Las pálidas estrellas ondulan
con sus antorchas consagradas
despejadas de la oscuridad.
Desde lejanos bordes en el cielo,
arcos sobre arcos superpuestos,
iluminan tenuemente
los fuegos fantasmas.
La nave de la noche
oscura de pecados.
Serafín,
el huésped perdido ha despertado
y servirá
hasta que cada uno de los huéspedes pase,
callado y oscuro,
bajo la penumbra,
cuando ninguna luna se eleve,
cuando haya agitado todos sus inciensos.
Envanecida se yergue.
Crece la nave de esta noche,
un lúgubre badajo de campana
dobla como un pálido incienso,
se eleva, nube sobre nube,
hacia el vacío, hacia donde se encuentra
el adorado desperdicio
de las almas.
Trieste, 1915
James Joyce, incluido en Revista Poesía (Venezuela, 4 de abril de 2022, trad. de Gabriel Jiménez Emán).
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¡Grandioso siempre, James Joyce!
ResponderEliminarDesde luego que sí.
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