viernes, 14 de enero de 2022

Poema del día: "Oda al Tajo y a la memoria de Álvaro de Campos", de Adolfo Casais Monteiro (Portugal, 1908-1972)

Y aquí estoy yo,
ausente delante de esta mesa—
y allá afuera el Tajo.
Entré sin echarle una sola mirada.
Pasé, y no me acordé de volver la cabeza,
y saludarlo desde este rincón de la plaza:
"¡Hola. Tajo! ¡Aquí estoy otra vez!"
No, no lo miré.
Sólo después que la sombra de Álvaro de Campos se sentó a mi lado
me acordé de que estabas ahí, Tajo.
Pasé y no te vi.
Pasé y vine a encerrarme dentro de cuatro paredes, ¡Tajo!
No vino ningún mesero a decirme si ésta era la mesa a la que Fernando Pessoa se sentaba,

contigo y otros invisibles a su alrededor,
inventando vidas que no quería tener.
Ellos lo ignoran como yo te ignoré ahora, Tajo.
Todos son desconocidos, todo es ausencia en el mundo,
todo es indiferencia y falta de respuesta.
Arrastras tu masa enorme como un cortejo de gloria,
e incluso yo que soy poeta paso a tu lado con los ojos cerrados,
Tajo que no eres de mi infancia,
pero que estás dentro de mí como una presencia indispensable,
majestad sin par en los monumentos de los hombres,
imagen muy mía de lo eterno,
porque eres real y tienes forma, vida, ímpetu,
porque tienes vida, sobre todo,
Tajo mío, sin corbetas ni memorias del Pasado...
¡Yo que me olvidé de mirarte!
Mi mal consiste en no ser de los que traen la belleza metida en el bolsillo
y no necesitan mirar las cosas para tenerlas.
Cuando no estás frente a mis ojos, estás siempre lejos.
No te reduje a una idea para traerla dentro de la cabeza,
y cuando estás ausente, estás también ausente dentro de mí.
No tengo nada, porque sólo amo lo que está vivo,
pero mi pobreza es un grande abrazo en el que todo es siempre virgen
porque cuando lo tengo, es concreto entre los brazos cerrados sobre lo poseído.
No tengo lugar para ningún cementerio dentro de mí ...
Y es por eso que me quedé pensando en lo grave que fue el haber pasado sin mirarte, oh Tajo.
Mala señal, mala señal, Tajo.
Mala la hora, Tajo, aquélla en la que pasé sin mirar hacia donde estabas.
Necesito un gran día estar a solas contigo, Tajo,
llevando en tus brazos,
inclinado sobre el color profundo de tus aguas,
embriagado por tu viento, que arrasa como un himno de victoria
las dolencias de la ciudad triste y de los hombres agobiados...
Necesito un gran día estar a solas contigo, Tajo,
para lavarme lo que debe estar impuro dentro de mí,
para que mis ojos beban tu fuerza de flujo indomable,
para lavarme del contagio que debe estar envenenándome
de los hombres que no saben mirarte y sonreírle a la vida,
para que nunca más, Tajo, mis ojos puedan voltear hacia otro lado
cuando tengan ante sí tu grandeza, Tajo,
más bella que cualquier sueño,
¡porque es real, concreta, y única!

Adolfo Casais Monteiro en Poesías Completas (1969)incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).


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