Mientras me miraba al horizonte, se me cayó la garganta
Si el amor abriera ampliamente su puerta
yo no seguiría abriendo las ventanas todas las noches, aguardando
Me miraba en los detalles de los edificios
en el polvo leve que se nubla silenciosamente
para que nadie le preste atención, con el pretexto de recuperar el esplendor.
En su quietud rumorosa y su portavoz dice que me pego para esconderme o quedarme
Resisto a la multitud, a la llamada de los vendedores ambulantes y a un beso dejado en la acera
A la nube que cuelga detrás de mí le contaré mis derrotas así como mis infinitas victorias
Confiaré a los pequeños balcones a lo largo de la calle llevar mis pesadas maletas
Vacié mis bolsillos para ser tan leve cuando me apego a ti
No esperaré a los transeúntes no por tenerles miedo
pero tragué el aire de la casa cálida y el olor de su antigua memoria
Tal vez el amor se volvió hacia mí en aquel momento y abrió sus ventanas
Entonces mis dedos vacilaron en surgir
El bocado en mi garganta se quedó colgado entre dos ausencias
Me extendí para que los transeúntes no piensen que tenía el ala rota
Me llamó tu serpenteante marcha en mis axilas
La rosa que acaba de esparcirse en mi boca
Tu nombre, que desde hace cuarenta años me provoca el mismo escalofrío al escucharlo…
Deema Mahmood, incluido en Galerías del alma (3 de diciembre de 2020, México, trad. de Kalid Al Raisoni).
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Muy bien, gracias por compartir, saludos.
ResponderEliminarDe nada, es un placer, un abrazo.
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