Acróbatas, andarines y palomas.
Encaje azul de la luna suspendido en la guitarra
Ángeles curiosos junto al piano de ella.
Sobre la mesa, solo, el abanico tierno
Serpentina, columpio, trampolín, cometa.
Flor del Mar... nubes felices... marineros...
Puerto de joyas, de lágrimas, de locos y buques muertos.
Acordeón... trenzas azules... pipa lenta...
Polichinela, gaviota,
Copa perdida... regreso...
Corazón
pájaro ciego...
Auxilio en el mar... emotisis... se lo llevaron...
¡se lo llevaron!
Noche de Luna... Isabel... platillo... rosa... suspiro...
las regatas de colores de su risa en el jardín...
Árabe... tambor... puñalada... potro nocturno... sirena...
Luna de tapias... un puente...
¡llegaron los carabineros!
Cuelga el ahorcado en un árbol.
Pasó el farol de las brujas...
Entre un zapato de seda le di una rosa amarilla
Amaneció el piano abierto...
A las tres de la mañana mueren todos los enfermos.
¡Madre, no viene... ¡no viene!
En el cuarto solo el espejo lleno de dramas fijos...
Lucerías de la fiesta...
El sermón del violonchelo a los escépticos.
Palidez.
Espanto.
Jota.
Pantomima, frac, angustia.
Calavera del payaso...
Abanico,
volatín,
canción,
olvido,
lucero azul de la aurora
y en la mesa solitaria del que dio su corazón
un revólver y una rosa que ella nunca me dejó.
Juan Parra del Riego en Himnos del cielo y de los ferrocarriles (1924), incluido en Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935) (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, ed. de Mihai G. Grünfeld).
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