Lucho furiosamente contra animales y botellas
Desde hace poco tiempo quizá diez horas una después de otra
La hermosa nadadora que tenía miedo del coral esta mañana se despierta
El coral coronado de acebo llama a su puerta
¡Ah! otra vez el carbón siempre el carbón
Te conjuro carbón genio tutelar del sueño y de mi soledad déjame déjame seguir hablando de la
hermosa nadadora que tenía miedo del coral
No dictamines más sobre este tema seductor de mis sueños
La hermosa nadadora descansaba en un lecho de encajes y de pájaros
Los vestidos sobre una silla al pie del lecho iluminados por los fulgores los últimos fulgores del
carbón
Llegado éste de las profundidades del cielo de la tierra y del mar estaba orgulloso de su pico de
coral y de sus grandes alas de crespón
Durante toda la noche él había seguido divergentes entierros hacia cementerios suburbanos
Había asistido a bailes en las embajadas y dejado su rastro en una hoja de helecho de los
vestidos de raso blanco
Se había erguido terrible en la proa de los navíos y los navíos no habían vuelto
Ahora agazapado en la chimenea acechaba el despertar de la espuma y el canto de las
marmitas
Su paso resonante había turbado el silencio de las noches en las calles de adoquines sonoros
Carbón sonoro carbón amo del sueño carbón
Ah dime ¿dónde está la hermosa nadadora que tenía miedo del coral?
Pero precisamente la nadadora se ha vuelto a dormir y me quedo frente a frente con el fuego y
me quedaré toda la noche para interrogar al carbón con alas de tinieblas que insiste en
proyectar sobre mi camino monótono la sombra de su humareda y el reflejo terrible de sus
brasas
Carbón sonoro carbón despiadado carbón.
Robert Desnos en Corps et Biens (1930), incluido en Antología de la poesía surrealista de lengua francesa (Fabril Editora, Buenos Aires, 1961, selec. y trad. de Aldo Pellegrini).
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