los sueños hacen rechinar las puertas
Sin molestar a los niños
los fatigados sacuden su palidez
Ardor de los pequeños
que desplazan el invierno con sus mentiras
Durante el deshielo de los espejos
una mano queda adherida al invierno de los cristales
Atormentados por pastores celestes
los cazadores de caricias se pierden en las callejuelas
Allí donde se aglomeran las plegarias
la belleza usa su máscara de escalofrío
Solemne avenida de las arrugas
viaje sin retorno para evitar reconocerse
Una alegría plegable para uso de los viajeros
un abrigo para soportar el frío de las preguntas
Quizás convenga esperar
el vino añejo en la buena época de los perfiles, en la saturación del coloquio consigo mismo, en
la afectada simplicidad para afrontar playas ardientes
Quizás convenga esperar
la hora de la creación en que las tinieblas se desnudan
Y arriba en el lugar que corresponde al desplazado invierno
sólo hay un espectador
el último de los últimos
dispuesto siempre a quedarse.
Aldo Pellegrini en Construcción de la destrucción (1957), incluido en Antología de la poesía surrealista latinoamericana (Editorial Galache, México, 1974, ed. de Stefan Baciu).
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El mundo es tuyo, Es decir, Un espectáculo más
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Lean de él "La poesía y los imbéciles". Sencillamente genial...
ResponderEliminarGracias por la sugerencia. Un abrazo.
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