Madre no va a creer nunca y va a llorar. Va a llorar.
He estado cerca de sus ojos. Me he enraizado a su angustia y a su risa, pero es la verdad, amigos, que no he nacido.
¡Hasta qué perfecta soledad el mar es mar y la nave, nave!
Pero yo os digo que es truco, y vais a estar amarrando inútilmente la vista horas y siglos a la nave y al mar.
Estoy mintiendo. Crece la lejanía, crecen mis diez dedos, y soy una tarántula deforme que me asfixio y me gozo.
He dicho: "Está perdido." Miento. He dicho: "Está perdido." Estoy mintiendo. He arrancado el secreto de la gacela ciega; de la lluvia albísima, en el jardín lejano de las cítaras. Oídlo. La música de lo perdido envuelve el mundo. Hace el mundo. Hace la soledad. Hace crecer la soledad por mis cabellos.
No. Estoy mintiendo. Tremenda exactitud. Ciencia definitiva de asombro y de tristeza, par a par, certeza a certeza, júbilo a júbilo.
Enrique Peña Barrenechea en Cinema de los sentidos puros (1931), incluido en Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935) (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, ed. de Mihai G. Grünfeld).
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