pero la noche tenía pasos secretos,
sólo bastaba perseguir las señales.
La sombra de un reptil avanzaba muy hondo,
palpabas un territorio de piedras difíciles, a veces peligrosas.
Después con la boca, otra vez amarga,
la ropa amontonada sobre la silla
como al comienzo de un poema no deseado,
el cielo, reflejado en tus ojos,
era un lugar inhabitable.
Rui Pires Cabral, incluido en Arquitrave (nº 44, agosto de 2009, Colombia, versión de Umberto Cobo y Harold Alvarado Tenorio).
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