brillan en los bosques hasta la playa
tocada por el jardín virginal,
sonrisa de la creación en la naturaleza.
En el aire, como regocijo de un beso.
En el silencio ha anidado el amor.
Y el himno de la belleza, muy despacio,
como oración que suaviza el alma,
se desborda por los campos y las playas
y perfuma la calma del corazón.
Todo es suave, como tarde de abril,
fruto, flor o hierba. Se diría que encierran
el mismo estremecimiento que he sentido
en los labios de mi amada,
el mismo clamor que oculta la piedra,
la dulzura que encierra el conocimiento del mundo.
Markos Tsirimokos, incluido en Antología de la poesía griega. Desde el siglo XI hasta nuestros días (Ediciones Clásicas, Madrid, 1997, ed. de José Antonio Moreno Jurado).
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