¡Te echo mucho de menos, fraterno amigo mío!
No sé si todos tus hermanos son como yo, me fascina tu nobleza.
Si eres mi hermano auténtico, no hagas caso a rumores.
Aunque a veces se deba ser duro y despiadado,
valora la grandeza de cada hombre según la dimensión de su nostalgia.
Sin anhelo, aunque fueras un corcel, nunca podrás incorporarte.
No salgas del camino sin haber añorado.
Si vas sin la nostalgia, el mar seguirá manso como en tu juventud.
No vayas a escuchar la voz del ruiseñor si entras en los jardines sin la menor nostalgia.
Si no anhelas los montes no saldrán elevándose hacia ti
y sólo pensarás que este planeta está lleno de piedras.
Por todas partes pinos, colmados de esperanza y de cálidos sueños,
si ya no los añoras, quizás no te saluden estremecidamente.
Estas montañas altas pintadas por el alba,
habrán de despertar por aquella nostalgia que en siglos esperábamos.
Nos echaron de menos siempre nuestros ancestros ansiando sueños altos.
Las abuelas nos dieron su añoranza fatigando sus hombros.
Mientras tengas nostalgia dentro del corazón, tendrás un objetivo que querrás realizar.
El envés del otero que está enfrente a ti no puedes contemplarlo.
Que tu alegría nunca la limiten las montañas floridas.
Si se interpone un bosque en tu camino, písalo en tu nostalgia,
pues te estoy escribiendo para envolver mi sueño en sentimiento
el día en que te añoro recordando tu luz que me ilumina.
Tȯlegen Aĭbergenov, incluido en Antología de la poesía kazaja contemporánea (Siglos XIX, XX y XXI) (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2017, selec. y trad. de Justo Jorge Padrón).
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Un tanto cursi
ResponderEliminarVisto con los ojos de ahora?
EliminarComentario simplón el de Alejandra. Vean el valor profundo del poema, no se queden con conclusiones que ni siquiera son suyas.
ResponderEliminarCada poema tiene su valor en su contexto y en cada persona que lo lee.
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