quien llora los cielos donde acaso fuimos felices.
Antes de emprender la huida,
miramos a Dios como un animal que sabe cuál será su castigo.
Por tus venas de Ítaca
cabalgan mis heridas
y nos someten a la locura.
Padre de tierra. Brotarán, como soldados de viento,
los hijos de tus hijos.
Ángela Álvarez Sáez en De conjuros y ofrendas (2015), incluido en Nayagua. Revista de poesía (nº 22, julio de 2015, Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).
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