A mí que puedo levantar los brazos al aire
para que nazca el tejado luminoso del cielo,
¡a mí me obligan a quedarme pegada contra un árbol
y los brazos atados a la espalda!
Yo que puedo castañetear con los dedos
y encender el centelleante vuelo de la gaviota,
la zambullida de la gaviota, el súbito encuentro de la gaviota con el agua,
¡yo tengo que apoyar el cuello en el árbol y quedarme así
con los ojos cerrados y los dientes apretados!
Yo que puedo darle vueltas a mí brazo
de manera que reluzcan los islotes en el agua del fiordo,
con sus casitas de verano color óxido
entre botones de junco amarillos y la maleza de ásperos alisos,
¡yo tengo que sentir la corteza del árbol rasparme la piel!
Pero ¡yo puedo ver con ojos cerrados!
Cuando las playas se hunden y sangran las rocas,
puedo danzar con el cuerpo clavado,
puedo sacar el pie hacia fuera
¡para que se ilumine la costa!
Astrid Hjertenæs Andersen en Strandens kvinner (1955), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: