Ríe, no de ti mismo, porque la amargura en ello
te delataría y ellos te cogerán.
Ríe: no reveles alegría pura cuando lo hagas,
porque pueden sospechar que estás libre
de la culpa común y te cogerán
a Ti.
Cuando rías, no permitas saber a nadie de qué
te ríes.
Deja que todos crean que, habiendo perdido la voluntad
como los otros, ríes una risa conocida como otros
que ríen en lugar de hablar.
Hablar contigo mismo puedes
cuando el alto domo reverbere.
Pero recuerda reír cuando muera el eco.
Porque si te encuentran silencioso te cogerán
bajo la acusación de protesta.
Pero si ríes el último, será suya
la carcajada final y
podrás escapar.
Ríe: pero cuídate de las bromas
están hechas de palabras;
podrían llevar en si un significado que les fue dado
hace cien años por alguien más.
No sería mejor si rieras
antes y después de hablar
para que nada de lo que digas se tome en serio.
O si te cuidaras de reír en todas las situaciones inevitables
como la paliza propinada al pobre por el poderoso
donde nada puede ayudar
excepto el pobre mismo
y él también, por lo general, ríe.
¡Ríe, ríe! Se ágil para reír.
Ríe antes de que se marche el amo.
Intercambiando con él un apretón de manos
bajando los ojos,
asegurándole que habías reído
ayer, cuando él estaba aquí.
Raghuvir Sahay, incluido en Estudios de Asia y África (Vol. X, 1975, trad. del inglés de Elisa García Plaza. El Colegio de México).
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ResponderEliminarMuy de distopía, que está ahora de moda.
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