siempre contiguo a la devoción de mi pie y mi paseo,
claro azul, tornadizo en la tinta nocturna,
amarillo y ferviente cuando la excelsa lámpara,
allí amplío mi pecho y mi camisa, pálidos
canceles de tanta comitiva vaporosa, de tanto sustituido crimen,
allí olvido los números al fracaso, al tedio,
a la fama en bruces del césped, y el arbusto me musita al rostro,
y desvelantes súbitos, del regalado viento en habla,
asisten a mi rostro, propalan el tamaño de su dicha,
el riego, la justicia de las hojas al aroma favorable, único,
mis dedicaciones ávidas al paraje rotundo.
Pedro de Oraá, incluido en Nueva poesía cubana (Ediciones Península, Barcelona, 1970, ed. de José Agustín Goytisolo).
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Muy bueno!!!
ResponderEliminarDesde luego que si.
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