Ícaro aquí cayó: esta ola lo sabe,
que recibió en su seno aquel plumaje audaz;
aquí acabó su curso, tuvo su gran caída,
a la que envidiarán todos cuantos le sigan.
¡Oh tormentoso y bien agradable afán,
ya que muriendo obtuvo una gloria eterna!
¡Feliz que con su muerte conoció tal destino
y que un precio tan bello recompensó su daño!
¡Bien puede de su ruina hallarse satisfecho,
él que volando al cielo, a modo de paloma,
por haber sido osado perdió el alma y la vida;
y hoy entero resuena a la par de su nombre
el espacio de un mar, y todo un elemento!
¿Quién tuvo en este mundo jamás tan vasta tumba?
Jacopo Sannazaro, incluido en Antología esencial de la poesía italiana (Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1999, selecc. y trad. de Antonio Colinas).
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