Como rey holgazán que preside un suplicio,
El verano despótico, pesado, incoloro,
En el ardor blanco del cielo cómplice se estira
Y bosteza. El hombre duerme, lejos del trabajo.
La alondra, cansada, no cantó esta mañana,
No hay nubes ni brisas, nada turba o arruga
Ese azul implacablemente liso
Donde el silencio, en la inmovilidad, hierve.
El adormecimiento se apoderó de las cigarras
Y los riachuelos, casi secos, ya no saltan
Por cauces estrechos de desiguales piedras.
Mientras, un girar incesante de moarés
Luminosos desparrama sus flujos y reflujos...
También vuelan avispas, amarillas y negras.
Paul Verlaine en Sonetos y otros versos, incluido en Poesía (Visor Libros, Madrid, 1984, ed. y trad. de Jacinto Luis Guereña).
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Poema cargado. Muy vívido en la imagen. Laxo.
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