Nunca se acabará en nosotros
la tierra seca.
Cuando comiencen los rezos
será para morirse.
Todo termina en aquellos playones,
aquellas tierras largas, largas,
y eso que sopla,
que viene silbando por los postes,
y nosotros suspendidos en los declives
como vejigas.
Los portones,
tesoros de familia, no nos salvarán
de los arenales,
la tierra que pisas.
Por más que haya el verde de los fundos
resistiendo,
la calle del agua,
seremos bandoleros
llevados por el menor paso de aire.
Luis Alberto Crespo en Si el verano es dilatado (1968), incluido en Poesía venezolana. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2005, selec. de Rafael Arráiz Lucca).
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