En los primeros tiempos
para encauzar el curso de mi vida,
directamente acudí
a Chuang Tzu, capítulo primero.
Pero en los últimos años
el espíritu es mi preocupación;
me convertí a la Dhyana
de la Escuela del Sur.
Exteriormente, acepto
el mundo tal como es;
íntimamente, supero las limitaciones
que imponen los sentidos.
Afuera, no siento aversión
ni por la aldea ni por la Corte;
en mi casa, no necesito
la compañía de nadie.
Desde que aprendí este arte,
adondequiera que vaya
mi mente está en sosiego
y no necesito
de flexiones ni estiramientos
para el bienestar de mis miembros;
ni de ríos ni de lagos
para calmar mis pensamientos.
Si tengo propensión al vino,
algunas veces bebo;
si no tengo nada que hacer
me siento reposadamente,
silencioso y tranquilo
hasta muy tarde
y al siguiente día, duermo profundamente
hasta que el sol está muy alto.
No me causan nostalgia, en otoño,
las noches largas;
no me lamento en primavera
por los días que pasan.
Enseñé a mi cuerpo a olvidar
si es joven o viejo,
y a mi alma, que aprecie igual
la vida que la muerte.
En la conversación que sostuvimos
ayer, cuando te vi,
diste a mis pensamientos
lo que llaman «corazón y médula»,
Porque también mi Camino es
como lo «inexpresable».
Y a no ser por ti, jamás
lo hubiese explicado con palabras.
Bai Juyi, incluido en Poetas chinos de la dinastía Tang (618-907) (Visor Libros, Madrid, 2000, selec. y trad. de C. G. Moral).
Otros poemas de Bai Juyi
Pincha para ver la lista de poemas incluidos en el blog
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: