y muchachas, en el cine, con las piernas abiertas
y una mano entre los muslos, y el rosario en familia,
y hay el peón que se mata al caer desde un andamio
y el hombre que hace el pan y hay quien lleva un metro
para saber el tamaño exacto del ataúd
y como hay tranviarios que trabajan la noche
de fin de año y los agujeros de las pilas y hay
el ascensor con una luz sucia amarillenta esperando
mientras la portera se emborracha de vino
y mea por la escalera y la hija tiene miedo
y el marido está haciéndolo con la mujer del médico
y los tranvías terribles con el estrépito de los hierros
y el médico que se dedica a partir nueces
mientras la portera va meando por la escalera
y llamando a las puertas con un golpe de teta
y el hijo de la del arpa que se ha muerto hace tres días
llora y llora y enciende un cirio y pone el cirio
en la botella del vino y contempla a la Loren
y entonces la suiza llama por el pasillo
y el primo la sigue blandiendo el candelabro
y la chica que se acuesta más pronto que nunca
y un frío como una mano le sube por los muslos
y hay un instante en que piensa que tiene el culo más pequeño
y los vecinos que se han muerto los dos intoxicados
el otro día y la mujer y la hija no tienen
ganas de comer nada y lloran como las ratas
y el primo y la suiza que duermen brutalmente
y el candelabro ardiendo y la colcha ardiendo
las cortinas ardiendo y todo el piso ardiendo
los nobles caballeros enterrados en los claustros
mientras la portera mea por los escalones
y el marido no puede más y la mujer del médico
va y coge al médico y le llama hijo de puta
y se lo mete entre piernas y todo se pega fuego
y la niña que llora sola en la portería
y las inscripciones obscenas de los retretes
y el cráneo rebotando por todos los escalones.
Burjasot, 1954.
Vicent Andrés Estellés, incluido en Poesía catalana contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1983, edición y versión de José Corredor-Matheos).
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