como perro callado, en derredor,
con su pelambre espesa de recuerdos.
Y el rabo entre las patas. Desolado.
Lily era una niña mitad ángel;
la otra mitad, caricia.
Pegada de su nombre con resina
de viajes. De olvidos charcos de agua.
Detrás de su mirada chapoteaban
pececillos inquietos. Y garuaba
sobre su corazón una ternura
siempre a punto de brisa. De esfumarse.
Ella me amaba. Pude amarla.
Hablo de los antiguos barrios. De las casas
donde viví hace tiempo. De las tablas
del piso que crujían con un dolor de viejas solitarias.
Hablo de los hoteles. De las calles
donde gastamos suelas y semanas.
Hablo de Lily con saliva amarga
y mi lengua la toca al pronunciarla.
Son las 4 a.m. de un día largo y plomo.
Y llueve en la ventana. Y en los ojos.
1954
David Ledesma Vázquez, incluido en La poesía del siglo XX en Ecuador. Antología (Visor Libros, Madrid, 2007, ed. de Edwin Madrid).
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La belleza del recuerdo, bello poema.
ResponderEliminarSin duda, muy bello. El recuerdo también nos asombra.
EliminarQué hermoso es. Hallar esas palabras e imágenes para expresar la pérdida, la nostalgi...
ResponderEliminarRecuerdos con un cierto escalofrío, melancolía.
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