miércoles, 24 de octubre de 2012

Poema del día: "Elegía a la Teoría de la relatividad", de Mykhailo Osadchy (Ucrania, 1936-1994)

                                         I
        Elegía a la teoría de la relatividad general

Giró, expurgó, hizo espuma,
Todo lo embadurnó, considerándose algo vivo:
En dónde se percibe esto, quién lo ha visto, o cantado,
¿Qué trama el tumor a espaldas del cráneo?

Las orejas se plegaron con los discursos,
Por encima de las cabezas el hurgón penetró el mundo escarlata.
Al igual que al amor,
Con el precioso camuflaje de las polillas
Cercaron a la traición.
Hicieron del honor una infamia guardada dentro de un fanal,
Descripción en miniatura de la ciencia empolvada;
La dignidad desintegrada por una blasfemia,
La cortesía convertida en violación.

¿Quién, en dónde con la premura del inestable
Despierta del fango un razonamiento intacto?
¿Alardea con su cebado hocico,
Ancho y azul, como una verruga?

Quién... En dónde...
                         Durante una noche de agosto,
              Vigilaba con una pistola en el jardín,
              Mi sueño virginal,

              Mi cerezal en flor,
              Quién... En dónde...
                        Cerezo y arándano,
              Ni de ello la física es inocente...

                                        II
        Elegía a la teoría de la relatividad específica

¿Y es verdad que después del Universo habita el vacío?
¿Qué hay, realmente
                      más allá del sistema solar?
¿Quién responderá con exactitud,
Qué clase de libertad impera en aquellas latitudes?

                                         III
        Elegía a la teoría de la relatividad sustractiva,
                     o recurrente, o del antimundo

Mundo sustractivo, recurrente, Antimundo,
Que se encuentra más allá de la nulidad, del ciclo anual.
               Vive allí una persona sus últimos años
               Hasta la juventud, la infancia, la nada.
Y todas las sonrisas, en desarrollo, así como las penurias,
                         y el espino putrefacto
Allí ya florecieron, penetraron, todo es tuyo
                      Ya ha sucedido.
             Tus aspiraciones derribadas,
             Tus amores desmenuzados,
             Y las heridas, con alambre ceñidas,
              Los pensamientos, por el barro revolcados,
             Y aquel soldado, detrás de la alambrada,
             Tu mujer, detrás de la valla,
             La azulada mirada de tu hijo,
             Cómo has podido pasar tanto tiempo encerrado.
             Todo estaba allí, todo lo conocido, como dos por dos,
                      Como los caballos agotados.
             Los clarividentes y los profetas
             Iluminaron el pálido cielo,
             Los magos continuaron adivinando
             Hasta que el mundo se tornó en Antimundo.

Mientras agosto no disparaba sobre Lorca,
El cuervo no graznaba alrededor de los portales,
La sonrisa no forzaba en el corazón el aguijón de las palabras,
Y no echaba espuma, como un orangután.
             Hasta ese momento todo era conocido,
             Al igual que la crítica nulidad,
             Si bien la tierra lanzó un sollozo,
             Desapareciendo la totalidad entre tinieblas enrejadas.

Mykhailo Osadchy en Quos Ego (1979), incluido en Poesía ucraniana del siglo XX. Una iconografía del alma (Revista Litoral, nº 197-198, Torremolinos, 1993, trad. de Iury Lech).

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